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40 tacos: ¿buen momento para reorientarte profesionalmente?

Recupero hoy un post que publiqué hace un par de años.  Sigo pensando igual al 100% y sigo empeñado en hacer lo que me gusta… cuando puedo.

[…]

Una Nochevieja a lo bestia

Ultimamente lo hablo con mis amigos porque nos está sucediendo a todos: llegar a los 40 es como vivir de pronto una Nochevieja a lo bestia en la que, por mucho que intentes evitarlo, repasas todo lo que has hecho los 365 días anteriores. 

En este caso repasas lo que has hecho durante esos 40 años, quizá sin mucha intención de utilizar esa reflexión como combustible para redirigir tu futuro… pero no conozco a casi nadie que no empiece a hacerse preguntas al llegar a esta edad. Y la mayor parte tienen que ver con 15 ó 20 de esos 40 años, los que previsiblemente habremos pasado trabajando.

Preguntas como las que siguen a continuación.

¿He llegado a dónde quería?

Como explico en Game Over, la mayor parte de nosotros llevamos marcado a fuego en nuestro cerebro que el éxito equivale a la fortuna económica y a la admiración ajena.  Lo llevamos grabado a fuego porque así nos lo han enseñado en la escuela y en la Universidad.  En Oriente, por el contrario, el éxito se asocia con el equilibrio personal (con uno mismo y con los demás) y en Africa, habitualmente por el vigor físico (bastante tienen con sobrevivir…).

Por tanto el prototipo de persona exitosa es ese amigo que todos tenemos a quien le ha ido de cine trabajando por cuenta ajena y ha llegado a Director General o CEO o bien ha montado una empresa que le funciona como un tiro.  Y además se está forrando.

Claramente, no mola que a los demás les suceda esto y a ti no.  Si alguna vez has pensado esto, es posible que te haya quedado la sensación de que se está haciendo tarde y todavía tienes los deberes a medio hacer.

¿Seré capaz de llegar algún día hasta donde quiero?

En el año 2005 decidí que yo sí tenía los deberes a medio hacer así que dejé mi puesto como Director de Servicios al Cliente en una de las grandes agencias de publicidad de este país para montar mi propia empresa. Y me pegué la leche más grande de mi vida, teniendo que cerrar tres años más tarde 3 centros de producción con una facturación conjunta de medio millón de euros y despedir más de 20 empleados.

Eso tampoco mola nada, os lo puedo asegurar.

Varios meses después de que el juego se acabase, me dí cuenta de que me había lanzado al vacío sin tener una idea clara de lo que de verdad quería conseguir con ese cambio de dirección tan drástico. 

¿Dónde quiero realmente llegar?

El problema de partida es que somos esclavos de una noción totalmente materialista del éxito.  Vivimos distraídos por multitud de tentaciones, objetos materiales que en la mayor parte de los casos son prescindibles, obligaciones que nos auto-imponemos y nos imponen los demás…

Y esta escalada permanente nos obliga a priorizar el "tener" sobre cualquier otra noción de logro.  Desde ese punto de vista el "ser" (e.d. conseguir un equilibrio contigo mismo y con tu entorno nos importa un bledo) y el "hacer" (e.d. desarrollar un trabajo excelente, tan bueno que nuestros clientes se lancen a nuestros brazos y no a los de la competencia) son secundarios.  Esta disyuntiva no es mía, sino de Mario Alonso Puig, los que seguís el blog ya la conocéis porque me gusta mucho, ya la he mencionado otras veces.

Seguro que en más de una ocasión de has preguntado dónde quieres llegar realmente.  Yo también lo he hecho muchas veces.  Pero habitualmente me he equivocado en la respuesta.

Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría dedicarme a esto en lo que estoy invirtiendo mi tiempo?

Menuda preguntita, ¿no?

No queremos oir ni hablar del tiempo que nos queda.  Y sin embargo, como nos decía Steve Jobs en la célebre ponencia que sin duda ya has visto, tener la muerte presente es imprescindible para que tomemos conciencia de cuáles son nuestras verdaderas prioridades.

Yo ahora mismo tengo claro que el "hacer" mi trabajo a tope de mis capacidades (limitadas como las de todo el mundo) y disfrutar con ello es mi principal objetivo y también la vara de medir de mi éxito personal.  No la pasta que gano.

El dinero viene (o vendrá) después.  Porque todo trabajo entraña un servicio a terceros (tus clientes).  Y es imposible que te ganes su fidelidad si no estás bien ("ser"), porque sólo disfrutando con lo que haces podrás maximizar tu nivel de energía y creatividad y hacer un trabajo excelente.  ¿O es que tú trabajas bien atenazado por el estrés, el miedo a fracasar, la sobre-responsabilidad, la depresión por un curro que no te gusta? 

Yo no: por eso me fue mal en mi primera experiencia empresarial.  Así de sencillo.

Lo importante es el camino, no el destino

Si sólo nos fijamos en el destino, tarde o temprano nos llegará el minuto 90 y entonces y echaremos de menos todo aquello que dejamos de hacer sólo para ganar más dinero para cambiar de coche y de casa.

Robin Sharma, el mundialmente conocido autor de "El Monje que vendió su Ferrari", lo explica mucho mejor que yo:

 

Piénsalo.  Yo no me considero exitoso para nada. Pero sí tengo la sensación de que, por primera vez dirijo mi vida en lugar de correr detrás de ella apagando fuegos, que es lo que hice de los 20 a los 35.

Saludos a todos.

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Cerrar una empresa que no funciona: ¿rendirse «como un cobarde» o abandonar una quimera?

La trampa de la perseverancia

Estaremos de acuerdo en que la educación industrial que recibimos en el colegio y en la Universidad no nos programó para ser emprendedores sino trabajadores por cuenta ajena.   En ausencia de un bagaje académico que nos enseñase por dónde tirar, los que un día decidimos dejar nuestros salarios, comodidades y corbatas para emprender, no tuvimos otra fuente de la que aprender que los libros de emprendimiento.

En  ellos descubrimos que al parecer existía una fórmula mágica para emprender:

Idea genial + esfuerzo continuado = éxito seguro

Una fórmula que si seguíamos a pies juntillas no nos permitiría fallar.


Perseverancia
Pues no.  No funciona así.  

No hay nada esencialmente malo en trabajar con determinación, pero lo que es importante entender (y a mí me ha costado tiempo y dinero hacerlo) es que se trata una condición necesaria pero no suficiente.  Hay momentos en los que no vas a alcanzar los objetivos que te has marcado, independientemente de lo duro que te lo curres.  Independientemente de tu determinación y tu capacidad de aguante. Luego te doy mi opinión de por qué.

Montando sobre un caballo desbocado

En estos casos la perseverancia, el afán por seguir adelante (que es hermano de la autoexigencia y el miedo a fracasar) puede ser tu peor enemigo.

Ayer en Sant Cugat hablaba a un espléndido grupo dejóvenes emprendedores de Yuzz sobre estos temas. Les explicaba que apenas he montado a caballo un par de veces en mi vida.  Y que la experiencia (precisamente por mi inexperiencia) ha sido más que negativa: el caballo trotando libremente y yo botando encima, acojonado como un pelele.  

Es la imagen más clara que se me ocurre para explicar el efecto adverso que el exceso de ambición puede causar en vuestras vidas: hacer que subáis a un caballo desbocado, que no podéis controlar y que os lleva irremediablemente al desastre.


Caballo
Un negocio siempre se puede abandonar

Se atribuye a Woody Allen la frase de que "un hijo es el único acontecimiento de la vida que luego no se puede rectificar".  E.d. podemos cambiar de trabajo, hasta de profesión, emparejarnos, incluso casarnos, y con mayor o menor frustración, si la cosa no va bien es posible soltar…alejarnos de aquello que nos hace daño paraemprender un nuevo camino.  

¿Por qué un negocio funciona de modo diferente?  ¿Por qué sus tentáculos nos enganchan de tal modo que no podemos soltarnos?  Fundamentalmente porque en nuestra sociedad la principal vara de medir del éxito personal es:

Dinero + Poder + Reconocimiento ajeno

Todos ellos logros fácilmente asociables con un emprendedor exitoso.  No con uno que fracasa.  

Una visión parcial consecuencia de los valores que nos han inculcado desde niños.  La realidad es otra: no pasa nada por rectificar una mala decisión empresarial, abandonando un proyecto en un momento dado. Cuando cerré mi primera empresa me di cuenta que mi carrera no era una línea recta que se dirige a la cima o al precipicio, sino una línea en zig-zag donde a veces a un avance le sigue un retroceso.  O vicecersa.

"La línea entre el éxito y el fracaso es muy fina" 

La única manera que conozco para saltar de ese caballo desbocado que es la autoexigencia por el miedo a fracasar es relativizar el miedo a fracasar.  Dándonos cuenta de que siempre hay un mañana, un nuevo proyecto y hasta una nueva empresa.  Siempre.

El fracaso es un concepto relativo y la línea que lo separa del éxito es muy fina.  Esta frase no es mía, sino de Sir Richard Branson, un reputado empresario, padre de sonoros éxitos empresariales como Virgin Atlantic o Virgin Money, pero también de sonoros fracasos como Virgin Cola, Virgin Records o los deficitarios y criticadísimos Virgin Trains.

¿Cuándo decir basta?

La respuesta es bastante más sencilla de lo que parece.  

El mundo del emprendimiento se parece más a un arte (tienes que lidiar con cientos de variables, muchas de las cuales dependen del impredecible comportamiento de tus clientes) que a una ciencia.  Si yo tuviese la fórmula mágica para no volver a fracasar, no estaría al frente de una PYME en Madrid, sino asesorando a Obama en Washington, o mejor aún, a algún mandatario caribeño (el clima es mejor y se puede echar la siesta bajo un cocotero).

Tal fórmula simplemente no existe.  Pero lo que sí aprendemos los que hemos sufrido un serio revés en una actividad empresarial, es que nada justifica una situación de sufrimiento continuado.  

Si a la pregunta que formulaba Steve Jobs en su célebre charla de Stanford, respondes que "si hoy fuese el último día de mi vida no querría dedicarlo a trabajar en mi empresa", es que has llegado a ese momento de decir basta.  No esperes más.

Bonus: 4 lecturas que te recomiendo sobre cuándo/cómo/por qué cerrar un negocio/proyecto que no funciona:

  • The Dip (Seth Godin):  breve y conciso (quizá algo falto de rigor) como son todos sus libros, pero tremendamente original e inspirador.  Para entender cuando hay que "chapar".
  • Game Over: los 13 errores que me llevaron a cerrar mi empresa (servidor).  De lo único que me arrepiento en relación a la empresa que tuve que cerrar destruyendo más de 20 empleos y sufriendo importantes pérdidas personales, es de que mi exceso de autoconfianza (llamadle soberbia si queréis) me impidiese ver que debía cerrar mucho antes.  Los quebraderos de cabeza habrían sido mucho menores.
  • El hombre que tuvo la fortuna de fracasar (José Luis Montes): ayuda a entender que tomar la decisión de "soltar" puede ser un verdadero paso adelante.
  • Why Smart executives fail (S Fieldkestein): aquí sí que hay rigor.  Es un estudio en profundidad de 50 empresas americanas durante 6 años que analiza las causas más recurrentes de los colapsos empresariales.  Os adelanto que, de un modo u otro, todo tiene que ver con el ego y la incapacidad para adaptarse a las circunstancias cambiantes.

Saludos a todos.

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Exito para perdedores: un baño de realidad para emprendedores noveles y avezados

Ayer comencé (y terminé), Exito para perdedores.  Me lo regaló un familiar y lo tenía en la lista de espera desde hace un par de meses. 

Se trata de una novela gráfica (toma la forma de un comic) que cuenta en primera persona la experiencia de David Cantolla (ex-Teknoland y Zinkia y padre de la célebre serie infantil Pocoyó) y las dos caras que (en proporción variable) la vida siempre termina deparando a todo emprendedor: el éxito y el fracaso.  


Exitoparaperdedoresportada

Leyendo el libro comencé a recordar poco a poco la fulgurante historia de Teknoland porque durante un par de años fui socio de un pariente de David Cantolla.  Viajé fugazmente en Miami en el punto álgido de las puntocom y os puedo asegurar que "la fiesta" era tan gorda como el libro la pinta.  Pero la descripción de aquella burbuja no es lo que más me ha gustado del libro, sino dos frases que por sí solas justifican que lo leas:

  • "Puedes controlar lo que vas a hacer pero no sus resultados".
  • "Si haces las cosas mal te suele ir mal, pero incluso haciéndolas bien, todo puede torcerse y te puedes llevar una pedrada".

"Hacerlo bien" no te garantiza el éxito 

El libro, escrito desde la humildad y el pragmatismo, me ha recordado mi propia experiencia, que cuento en "Game Over" y la sarta de patrañas e irrelevancias que nos cuentan la mayoría de los libros de emprendimiento.

En
los colegios, Universidades y Escuelas de Negocio, la educación industrializada
que recibimos se orientó siempre a que nos convirtiésemos en trabajadores y no en emprendedores.  Esta idea está muy bien desarrollada en el libro Funky Business.

Así
que quienes en algún momento acariciamos la idea de montar un negocio no
tuvimos más remedio que acercarnos a los libros de
management.  En ellos
aprendimos que existía una fórmula (una especie de 
cóctel mágico), que se componía de sólo tres ingredientes:

  1. una idea de negocio,
  2. un business plan y
  3. una buena dosis de perseverancia.

Esto era todo lo que
necesitábamos para emprender
un negocio con éxito.

Muchos dejamos nuestros trabajos para emprender, y montamos empresas siguiendo esta fórmula.  Desde
2.008 el 5% de las empresas y el 13% de los autónomos en este país han debido cesar su
actividad.  Yo fui uno de ellos.  Y el autor de "Exito para perdedores" otro, solo que algunos años antes. 
Me resisto a pensar que hicimos mal el cóctel, que seguimos mal el modelo.  Que nuestras ideas eran erróneas, que nuestros Power Points o nuestros Excels estaban equivocados o que no trabajamos lo suficiente. 

Seguramente cumplimos esos tres requisitos, y sin embargo debimos cerrar.  ¿Por qué?

El éxito es el viaje, no el destino

La realidad es que hacerte emprendedor se parece más a un viaje continuo (lleno de altibajos y cambios de dirección) que algo que te puedas plantear como un objetivo.  

Cuanto tu epicentro es tu cliente (y en un mundo globalizado e hipercompetitivo si tienes otro epicentro no creo que te vaya demasiado bien), no hay estabilidad posible.  Puedes hacer bien las cosas y aún así fracasar porque vivimos en un mundo en permanente cambio, donde las necesidades se reconfiguran casi a diario, la competencia no se detiene y tu producto puede despuntar mañana y quedarse completamente obsoleto al día siguiente. Puedes tener una buena idea que tus clientes adoren, un plan de negocio intachable que aplaudan hasta los analistas más cabrones y puedes trabajar 15 horas al día durante años.  Y aún así caerte con todo el equipo.  

Lo digo por experiencia, ya que mi empresa de hostelería cerró a pesar de apostar por un nicho en crecimiento, estar bendecida por analistas externos y un grupo de socios del máximo nivel.  Y a pesar de dejarme los cuernos como jamás lo he hecho.  

Si tu concepto de éxito es dinero + poder + reconocimiento, la mala noticia es que no existe ningún cóctel mágico (ni siquiera mi libro o el de David Cantolla) que te garantice alcanzarlo. Si quieres seguridad, certidumbre, un empleo vitalicio y un desarrollo lineal donde puedas aumentar equis por ciento tus ingresos cada quinquenio, probablemente tu camino es hacer una oposición, no ser emprendedor.

Pero si crees que tu éxito como ser humano tiene más que ver con tu equilibrio, tu ilusión y ese estado de flujo que alcanzamos cuando nuestra actividad nos llena por completo, quizá estés preparado para ser emprendedor.  Porque esa actitud aumentará tu tolerancia a las tormentas:  a las crisis, a las quiebras, a las deudas, a las enemistades… y te permitirá seguir nadando (como el protagonista de este libro) hasta que salga el sol.  

Porque nada es comparable a la satisfacción que sientes en un día soleado.  

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No tengas miedo a cagarla: es saludable

Evita el "Paralysis by analysis"

Esta es una expresión que se utilizaba mucho en una empresa en la que trabajé.  El Director General era un escocés terriblemente pragmático del que aprendí mucho.  Acudía a las reuniones sin apenas papeles, escuchaba lo que teníamos que contarle los demás, valoraba los pros y los contras y… simplemente salía de la reunión habiendo decidido con nosotros los pasos a seguir, los timings y responsabilidades.

Qué sencillo, diréis.

Pues no: tomar decisiones es la parte más difícil de cualquier trabajo. 

Tomar una decisión, convertir la planificación en acción nos da miedo porque:

  • Un pequeño error en un proyecto nos puede hacer perder puntos con el jefe…
  • Un fallo en una decisión estratégica puede beneficiar a nuestra competencia…
  • Lanzar el producto equivocado puede hacerme perder mi sillón.  ¿Y quién pagaría mi hipoteca?

Paralisis by analysis

Por eso en lugar de tomar decisiones nos refugiamos en el análisis.  Y escribimos informes interminables con paciencia de amanuense, nos entretenemos manoseando excels de 200 filas y power points de 200 hojas y nos flagelamos con ellos en reuniones improductivas y vacías.  Todas estas actividades nos encantan.  Son el juguete perfecto porque no entrañan riesgo.

Otro jefe que tuve decía que todo trabajo era un 50% de investigación/planificación y un 50% de acción.  Yo hablaría de un 20/80. 

Hace ya 7 años dejé el mundo de las multinacionales precisamente porque no quería pasar mi vida trabajando en business plans de Excel y Power point.  Business plans de mentira. 

Cagarla es bueno

Como explico en el préambulo de mi libro "Game Over", los principales culpalbes de esta cultura de la inacción son la escuela, en muchos casos la familia y sobre todo las Universidades y Escuelas de Negocio.  Porque nos han inculcado desde la cuna (yo diría que nos han programado como si fuésemos software) que nuestra vida debía centrarse en la consecución del éxito a toda costa.  Y que el éxito debía necesariamente implicar tres cosas: dinero, poder y reconocimiento.

Lo tenemos tan grabado a fuego en las neuronas que no nos atrevemos a decidir, porque no nos atrevemos a equivocarnos.  Por si equivocarnos nos separa un sólo centímetro del éxito.  Vivimos lastrados por la crisis, de acuerdo que el momento no es bueno, pero sobre todo atenazados por la preocupación y el estrés.  Es imposible rendir como ejecutivo o como empresario si no actúas, si no dejas de toquetear tus Excel para tomar pequeñas decisiones todos los días.

Si aciertas, es la mejor gratificación que puedes tener.

Si te equivocas, es el mejor aprendizaje que puedes conseguir.  ¿Cómo piensas que nuestros tatarabuelos cavernícolas aprendieron a distinguir en las setas venenosas y las no venenosas?  ¿Y a distinguir qué terreno era el más apropiado para plantar semillas?

Equivocándose.  El error, muy por encima del acierto, explica el avance de la especie humana.

Lo digo por experiencia

Hace ya 3 años, cerré en medio de un gran estrépito una empresa de hostelería en la que había trabajado como un negro desde el 2005.  Me dolió un huevo, creo que todos conocéis bien la historia a estas alturas, incluso estuve enfermo un tiempo.  Pero también me sirvió para darme cuenta de que NO PASA NADA.

Os estoy hablando de un error muy gordo: una equivocación empresarial que se lleva al fondo del mar tus ahorros, tu energía y los cuatros años de trabajo más intensos de tu vida.  Pero NO PASA NADA, porque lo mejor es el día después:  cuando te levantas más despierto, si no conocedor de por qué te ha ido mal, al menos sí consciente de las medidas clave que debes tomar para que no vuelva a sucederte.

Los libros de emprendimiento habitualmente concluyen que la ilusión y la ambición son el ingrediente clave de un empresario.  Yo pienso justo lo contrario.  La ilusión y la ambición automáticamente conciben un horizonte a largo plazo. 

Lo verdaderamente importante no es ese objetivo sino el camino que tienes que recorrer para alcanzarlo: esas pequeñas decisiones del día a día son tu quehacer, tu más valioso aprendizaje y tu verdadero regalo.  Créeme: no te interesa hacer más Excels que los justos.  Ponte a decidir ya.

Si te interesa conocer más sobre esta visión positivista del error y del fracaso:

 

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Los 13 errores del emprendedor (vídeo)

Game over

En los últimos días varias personas me han preguntado sobre mi libro "Game Over: los 13 errores que me llevaron a cerrar mi empresa", porque aparentemente es difícil de encontrar en las librerías.

No hay nada que me pueda molestar más que un posible lector contrariado porque no puede encontrar el libro, así que os digo varias cosas que podéis hacer porque por encima de todo me gustaría compartir sus ideas con vosotros:

  • Descargaros su versión e-book totalmente gratis pinchando aquí.
  • Y por supuesto, en Amazon y en la Casa del Libro lo encontraréis seguro.  Sólo tenéis que pinchar en los enlaces y podréis adquirir la versión impresa on line (incorporar contenidos adicionales al e-book).
  • Veros los vídeos que acabo de subir a mi canal YouTube sobre una charla que dimos sobre el error empresarial en el Día del Emprendedor en Murcia. Son cuatro vídeos cortos que condensan los 13 errores que son la columna vertebral de libro y los aprendizajes que obtuve por el camino. 

 

 

 

 

No dejéis de darme vuestro feedback. Y de correr la voz si ese feedback es positivo…  No hay mejor publicidad que vuestra recomendación.

Gracias a todos.

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Me reencuentro con mi libro sobre los 13 errores del emprendedor en La Voz de Galicia

Ayer me encontré esto por casualidad leyendo La Voz de Galicia para delante y luego para atrás como hacía mi abuelo Jesús.

No sé si me gusta mucho el resumen que hacen del libro, porque (estaréis de acuerdo quienes lo hayáis leído) "Game Over…" es mucho más vivencial y menos manual de empresa de lo que aparenta aquí. 

No obstante, agradezco siempre que se acuerden de mí…

La voz 2 001
Si alguno quiere más información sobre el libro la podéis encontrar en el Blog de 13 errores, donde cuento de lo que habla el libro, los sitios donde voy a hablar sobre él, etc.

Saludos a todos,

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Charla sobre «los 13 errores del emprendedor» en streaming

El próximo martes 13 a las 17.30 horas comienzo en Zaragoza mi colaboración con Yuzz, un proyecto de la fundación Banesto que me encantó desde el primer momento que me llamaron.

Se trata de una iniciativa de fomento de la actividad empresarial, sobre todo en proyectos de base tecnológica, dirigido a futuros emprendedores de menos de 30 años.  Lástima haber dejado de nutrir ese grupo hace tiempo 🙁

Me parece bien que un banco se preocupe de estas cosas.  Quizá haya bancos que después de todo sí entienden que son parte integrante de un ecosistema al que deben servir, no sólo exprimir.

Hablaré con (prefiero "con" que "ante" : estoy yo para dar clases magistrales…) un grupo de jóvenes sobre los errores del emprendedor.  Desde que publiqué "Game Over: los 13 errores que me llevaron a cerrar mi empresa", siempre me toca hacer de gato negro.  Cosa que me alegra, dicho sea de paso: me sentiría bastante petardo dando conferencias sobre mis éxitos en lugar de sobre mi experiencia de fracaso.

Me dicen de la organización que podréis seguir la charla en directo en este link: http://www.livestream.com/yuzzing.

Aquí tenéis un vídeo sobre una de las iniciativas de Yuzz: un concurso de start ups.

 

Pues eso, que espero que muchos tengáis interés y/o tiempo para seguir la charla.  Lo pasaremos bien e intentaremos contagiarnos algo de ilusión sobre nuestro futuro profesional (y empresarial, que para mí es lo mismo).

Enviaré un reminder el martes.  Saludos a todos,

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¿Seguimos quejándonos o nos ponemos a emprender?

Me ha gustado mucho esta campaña firmada por The Hub (una incubadora de empresas privada de Madrid) a algunos de cuyos fundadores conocí hace meses en una charla para la organización de estudiantes AIESEC.

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Me parece genial que una empresa privada como The Hub pueda lanzar desde un medio masivo una llamada a la acción como ésta a cerca de la creación de empresas.

¿Por qué nadie quiere ser empresario?

En Enero de 2005, cuando me faltaban pocos meses para crear mi primera empresa, que tres años después se derrumbaría (pero esa es otra historia de la que no me toca hablar hoy), le conté mi proyecto a mi buen amigo Jesús Encinar y me dijo algo que todavía hoy recuerdo y me sirve de acicate en momentos difíciles.  Jesús y yo estudiamos la misma carrera de Ciencias Empresariales Europeas, donde se supone que nos enseñaban justamente a eso, a ser empresarios.  Sin embargo, como decía  Jesús: "realmente sólo nos enseñaban a colgarnos una corbata y aprender a ser ejecutivos, a trabajar por cuenta ajena". 

O sea, que lo de ser empresario no se estudia.  No se enseña.  No se estimula a que los alumnos desarrollen su vocación empresarial.  Yo diría más: no es el modelo de éxito que se vende en las facultades de empresariales. Por eso nadie -o casi nadie- quiere ser empresario si en lugar de eso puede trabajar de 9 a 5, y ganar una nómina aceptable a fin de mes vaya como vaya la empresa que te paga.

Cambio de tercio: la cruda realidad del presente

Por mi relación directa con algunos alumnos míos de la Escuela Superior de Publicidad, donde tengo el gusto de impartir clases de Marketing desde hace años, me he sentido muy cerca de las movilizaciones en Sol, que luego se han extendido por el resto de España. 

Comprendo su frustración ante la falta de salidas profesionales, la imposibilidad de realizarse y labrarse un futuro a base de hacer lo mismo que muchos otros sí tenemos la suerte de hacer: currar. 

Hace un par de días recibí simultáneamente varios mails con un listado de reivindicaciones del movimiento.  Que me ha decepcionado profundamente.  Veo muchas alusiones a asuntos como la corrupción o los salarios de los altos funcionarios, pero ni media palabra sobre la principal medida que nos ayudaría a salir de esta crisis: el fomento de la actividad empresarial.

En los últimos 3 años en España han echado el cierre más de 200.000 PYMES (entre ellas mi primera empresa).  Su defunción ha creado desempleo, cuantiosas pérdidas personales y, en definitiva, la paralización del flujo circular de renta generado por su actividad.

¿A nadie se le ocurre que resulta vital crear otras 200.000 PYMES nuevas que taponen la herida?

¿Quién va a crear el empleo que echamos en falta?:

  • ¿Una administración hipertrofiada y llena de solapamientos e ineficacia?
  •  ¿Las grandes multinacionales como Inditex, el Santander o Iberdrola?

No entiendo la ceguera que puede hacer a alguien olvidar que sin la creación de nuevas empresas la recuperación no es posible.  Que las personas que realmente tienen que crear esos 5 millones de empleos que nos faltan no pertenecen a una élite de indeseables a los que haya que arrinconar, que no cuentan con grandes mansiones, ni fondos en paraísos fiscales, ni cajas fuertes con fajos de billetes de 500 en sus dormitorios. 

La mayoría solo cuentan con ideas, valentía y tolerancia al riesgo.

Nuestro futuro es el futuro del pequeño empresario

Me parece muy bien lanzar proclamas idealistascontra la corrupción política, pero nuestra tumba no son los trajes de Camps, al que habrá que procesar y prejubilar si es culpable, sino un país con un tejido empresarial débil y desequilibrado.

Animemos y apoyemos a los emprendedores o estamos muertos.

  • Las administraciones deberían cuidar mucho mejor a los empresarios (en especial los que empiezan) en lugar de asfixiarles con una fiscalidad que ahoga, una tardanza indecente en pagar y una carencia total de ayudas a la inversión.
  • Y todo aquel que emplea su tiempo y su generosidad en reclamar sus/nuestros derechos a pie de calle, no debería jamás pasar por alto los derechos del pequeño empresario.  Si lo defiende, indirectamente estará defendiendo el pan de todos sus empleados presentes y futuros.
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Si queréis asistir de forma gratuita al Salón Mi Empresa…

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La II edición del Salón Mi Empresa tendrá lugar en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid los próximos 15 y 16 de Febrero.

Ya el año pasado tuve la oportunidad de asistir y me pareció una magnífica ocasión para aprender cosas interesantes sobre el mundo del emprendimiento y para hacer networking.  Los que trabajamos en PYMES o somos autónomos (en mi caso ambas cosas) tenemos pocas ocasiones como ésta para escuchar, aprender, y con suerte, aplicar exitosamente pequeñas mejoras prácticas que hagan la diferencia en nuestro trabajo.

Seguramente estarás pensando que tienes demasiado trabajo para asistir.

Y yo pensé exactamente lo mismo el año pasado, de hecho sólo pasé por allí un par de horas.  Es cierto que para asistir a un evento de estos hay que desprenderse un poco de las telarañas que nos atan cada día a la silla de la ofi, despegar y estar dispuestos a oxigenarnos un poco y a pensar "más a lo grande" por unas horas. Lamentablemente, la exigencia del día a día habitualmente nos hace pensar sólo en pequeño.

Piénsalo: no pierdes nada por cambiar tu rutina un sólo día.  Desconecta el móvil y pásate por el Salón aunque sólo sea para tomar un café y oír un par de ponencias.  Es más que probable que al final te compense, aunque sólo sea por ver a otros 10.000 tipos que, como tú, hacen malabares a diario para sacar sus negocios adelante.  En mi caso personal, asistir el año pasado me permitió realizar varios contactos que me han sido útiles más adelante en mi faceta de autor.

Este año tengo un motivo especial para sugerirte que acudas, y es que el martes 15 por la tarde participaré en una mesa redonda sobre el error empresarial

Si quieres asistir al salón gratuitamente, comenta este post dejando un email para que pueda enviarte tu código de inscripción.

Un saludo a todos.

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El síndrome de Diógenes y el Branding.

El síndrome de Diógenes es un trastorno del comportamiento que suele afectar a personas mayores, que se aislan a sí mismas rodeadas de ingentes cantidades de basura.  Me encuentro en este post de Yorokobu con una cita atribuída a Steve Jobs: "deshazte de la mierda y céntrate sólo en lo mejor".

Diogenes Esto me recuerda a una empresa en la que impartí formación hace unos meses.  El principal argumento estratégico de la empresa consistía en desarrollar su volumen de negocio por medio de adquisiciones, acumulando decenas de marcas y cientos de productos en su cartera.  Acumulando mierda, hablando en plata.  Por cierto, nada que objetar al perfil de sus Brand Managers: gente joven, preparada e inquieta.  El problema está más arriba.

Sin dudarlo un segundo, cualquier consultor con cierta noción de Branding se cargaría las tres cuartas partes de su portafolio por las siguientes razones:

Solapamiento: la tentación de realizar interminables extensiones de marca (baratas y fáciles de llevar a cabo si las comparamos con el lanzamiento de una nueva enseña), estira horizontalmente la oferta de cada marca hasta el punto de solaparse/canibalizarse entre sí.  No es un ejemplo de esta empresa precisamente, (prefiero mantenerla en el anonimato) pero una marca de té frío que desarrollase su portafolio incluyendo una versión revitalizante podría hacerle la cama a cualquier marca hermana de bebidas energéticas.

Generan confusión en el consumidor porque sus marcas tienen posicionamientos borrosos.  Hoy son una cosa pero al día siguiente pueden ser algo muy distinto.  Resultado: desconfianza.  Si los clientes no entienden de qué narices vamos, poco importa lo que digan nuestros ADN de marca o nuestros Power Points.

El exceso de marcas depara una gestión ineficaz de las mismas: mismos recursos (humanos, tecnológicos, económicos) y más y más referencias para gestionar equivale a una gestión empobrecida. 

Dificultades en la negociación con la distribución: el hecho de tener más marcas para ofrecer al Carrefour de turno no implica necesariamente que logre impresionarles con mi volumen y me abran las puertas en las mejores condiciones.  Por mi experiencia, conseguir la implicación de un distribuidor requiere una oferta potente y fácil de entender que reporte a éste un rápido retorno de ventas.  Es más fácil conseguir esto con una sola marca diferenciada y relevante que con un gris batiburrillo de submarcas que jamás van a convencer a nadie.

Esta reflexión funciona exactamente igual si la aplicamos a la gestión de cualquier pequeño negocio o Pyme.  La recojo en el libro que acabo de publicar sobre el error empresarial:  si cuentas con recursos limitados, no intentes hacer malabares y mantener en el aire más bolas (más productos) de lo aconsejable.  Céntrate en lo mejor que tengas (algo bueno tendrás, ¿no?) y procura comunicarlo con concisión y consistencia: los resultados terminarán por llegar.

Así que limpia de mierda tu oferta y vivirás mejor porque tendrás:

a) más tiempo para trabajar mejor en lugar de correr improductivamente como un pollo sin cabeza,

b) un abanico más pequeño de buenos productos para dejar con la boca abierta a tus clientes.

Cuando Steve Jobs volvió a Apple en 1998 para hacerse cargo de un negocio deficitario y con un valor bursátil en mínimos históricos su primera tarea no fue lanzarse a desarrollar su portafolio de producto.  Sino todo lo contrario: redujo sus productos de 350 a 10.

Saludos irreverentes.