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Cortilandia, un contenido de marca espectacular desde 1979

¿Qué necesidad hay de llamarlo "Branded Content"?

Hace unos días descubrí un artículo escrito por Silvia Movellán que me dio que pensar.  Sobre lo estúpidamente farragosos que somos los que trabajamos en comunicación para explicar cosas que son muy fáciles.  Nos empeñamos en inventar etiquetas que luego colgamos de cada nuevo concepto que se nos ocurre.  Confiando en que estas etiquetas nos sirvan para vender libros, servicios de agencia o para provocar la admiración de la audiencia cuando damos una charla.

En su artículo, la autora explicaba que "pese a quien pese, el Branded Content es lo mismo que PR bien hecho".  

No puedo estar más de acuerdo.

Es mucho más sencillo

Comencé a interesarme por los contenidos el día que dejé de creer en los anuncios.  Cayó en mis manos un libro escrito por un ex-publicitario que argumentaba en toda profundidad lo que yo sólo comenzaba a sospechar: que el ocaso de la publicidad tal cual la conocemos estaba cerca.  Y coincidía con el auge de las relaciones públicas (contenidos/informaciones no intrusivas por las que el consumidor sí demuestra interés).   

Estamos en 2002 y el libro es "The fall of advertising and the rise of PR", de Al Ries, uno de los autores del célebre "Posicionamiento".

Las etiquetas solo sirven para nublar la realidad en la que trabajamos

Han transcurrido 10 años y ni los publicitarios más fundamentalistas niegan ya esta tesis.  Sin embargo contribuyen a infestar de niebla el ya de por sí turbio panorama de la publicidad, intentando ponerle etiquetas a esta nueva manera de enlazar marcas y consumidores.  Etiquetas como Branded Content, Advertainment, Brand Placement, etc.

Todas estas etiquetas son un intento de reducir a la categoría de "herramienta" lo que es un enfoque radicalmente nuevo para desarrollar comunicación de marcas (pull frente a push).

La única manera posible.  La única que garantiza un futuro para la profesión.  

Porque se pongan como se pongan los dinosaurios más dinosaurios de las agencias, los ejecutivos más conservadores de las multinacionales, los jefazos de las centrales de medios y los guardianes de las parrillas de TV, si el consumidor no quiere nuestra publicidad, es que nuestra publicidad no funciona.  

Y si no la cambiamos, ese mercado que en 2007 ascendía a 8.000 millones de euros según Infoadex y hoy apenas a la mitad, continuará en caída libre.

¿Llamarías Branded Content a Cortilandia?  

Supongo que todos conocéis Cortylandia, un espectáculo de animación y sonido que El Corte Inglés de Preciados (Madrid) monta cada Navidad en su fachada desde 1979, al objeto de animar/dinamizar la zona y potenciar el tráfico al interior del centro.  Cortilandia se ha convertido en una cita obligada para los padres y los niños, un show al que acuden libremente con el único motivo de pasar un buen rato.

Cortylandia
Hace un par de días estuve allí con mis hijas.  Me di cuenta que la melodía ("cortilandia, cortilandia, vamos todos a cantar, alegría en estas fechas porque ya es navidad…"), era reconocida y tarareada por la amplia mayoría de padres como si se tratase de un hit de los 80.  Que un jingle de El Corte Inglés se cuele en nuestro acerbo musical es un logro increíble.  Que cientos de miles de habitantes de Madrid acudan a esta cita cada Navidad a las puertas del almacén flagship de esa marca, también lo es.  

Quizá esta acción tiene bastante más peso del que creemos en la relevancia de El Corte Inglés como marca para un importante segmento de población mayor de 30 años.  Quizá ninguno de vosotros le llamaríais Branded Content y sin embargo es un contenido de entretenimiento donde la marca aparece nítidamente.

Mi pregunta es:  ¿qué más da cómo lo llamemos si consigue los objetivos que buscamos?  ¿No genera Cortilandia más empatía con el consumidor que cualquiera de los spots de El Corte Inglés que vas a encontrar en cuanto enchufes la tele?  

Alguien dirá que Cortilanda y una campaña de spots son acciones diferentes que persiguen objetivos distintos.  Falso.  El objetivo de la publicidad (con el fin último de activar la notoriedad, la empatía y la intención de compra) ya solo puede ser informar o entretener.  Esa es la única publicidad sostenible en un futuro 100% digital donde nuestro target esquivará todos aquellos impactos que no le interesan.  Y Cortilandia sí le interesa.

Esa es la realidad.  Así de sencilla.  No es necesario encriptarla.  Como profesionales de la comunicación estamos llamados a una tarea hercúlea pero apasionante: contar los mensajes de marca en un contexto de entretenimiento.  Transformar la publicidad en algo interesante que la audiencia quiera ver en lugar de zapear.  ¿Qué más da cómo se llame?

Que tengáis un magnífico 2013.  Tenemos mucho trabajo por delante, y estoy seguro que también muchísimos éxitos como Cortilandia.  Nos vemos.

P.S.  Por cierto, jamás he declarado en una entrevista que "todo el mundo que ve un corto de Prada, lo hace porque sabe que lo ha realizado Prada y porque le gusta la marca".  No tengo ni la más remota idea del recuerdo o el liking que genera ese contenido.   Moraleja: una cosa es lo que le cuentas a un medio y otra es lo que el medio decodifica y escribe (algo por otro lado bastante común en periodismo).

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#tengounplan (Desigual): ¿buena o mala publicidad? ¿En qué os basáis?

Supongo que a estas alturas todos habréis visto la última campaña de la marca de moda Desigual.

 

Repercusión

Distintos medios se han hecho eco de la campaña, con dos ejecuciones más en las que una chica suspira por montarse un trío y otra por tirarse a su jefe…:

Supongo que la mayoría, profesionales o aficionados como sois a la publicidad, ya os habéis posicionado respecto a esta campaña.  O es una pasada, o es una mierda.  Mi pregunta es por qué decís eso.

¿Un anuncio polémico es la mejor de las estrategias?

La encuesta de Huffington Post demuestra que la campaña sí ha conseguido un primer logro: ser rupturista.  Se carga los códigos habituales en la categoría textil (modelos fríos y distantes que rara vez muestran como personajes reales, ubicaciones glamurosas o exóticas…) proponiendo un debate a la gente que lo está viendo.

Hasta ahí bien porque el debate sí haberse activado: la campaña parece suficientemente interesante como combusible para las conversaciones de la audiencia.  Con lo cual la gente habla sobre el anuncio y le concede un veredicto (pasada o mierda) basado en su subjetividad.  

Como ya sabéis los que seguís este blog, ese tipo de debates no me interesan.  Para hablar sobre su supuesta notoriedad (el gran Leo Burnett decía: "si quieres ser notorio, sal a la calle con un gorro de plumas y serás notorio, pero también serás ridículo") y sus valores estéticos o creativos, ya están todos esos gurús del Social Media que opinan sobre todo sin saber realmente sobre nada.

¿Un análisis objetivo?

Opino que los que trabajamos en comunicación debemos situarnos al margen y analizar una campaña desde la máxima objetividad posible.  Lo que convierte a una campaña publicitaria en un éxito o un fracaso (es una obviedad, lo sé), es su capacidad para contribuir a modificar las percepciones que el consumidor tiene sobre la marca.  Queremos hacerla más conocida, más simpática, más atractiva, lo cual se supone que mejorará el nivel de preferencia y activará la intención de compra.

Digo "contribuir a modificar" porque, como ya he apuntado otras veces en este blog, la publicidad ya no puede hacer ese trabajo sola.  De hecho cada vez tiene menos capacidad para modificar percepciones.  Simplemente porque estamos hasta las narices de los anuncios y ya no nos los creemos.

Cuando diseñamos, producimos y ponemos en el aire una campaña, debemos velar porque genere conversaciones, sí, pero al mismo tiempo:

  1. Que se mantenga consistente con el resto de vectores de la marca:  ¿cómo es su producto? ¿igualmente provocativo o bien conservador?  ¿divertido y sorprendente o predecible?  ¿Y cómo es su punto de venta?, ¿permite vivir una experiencia placentera?, ¿es agradable comprar?, ¿cómo me siento como cliente cuando visito ese punto de venta?  ¿Y qué pasa con las personas?, ¿transmiten los empleados de la marca y los clientes que la visten los mismos valores que esta campaña?  Si la respuesta es positiva, la marca se posiciona de un modo más nítido y perdurable en la mente del consumidor.  Si la respuesta es negativa, esa marca esquizofrénica que un día es atrevida y al siguiente gris desaparecerá de las conversaciones y del Twitter con la misma rapidez con la que saltó a las pantallas de nuestros televisores.
  2. Que resulte creíble:  ¿os creéis esos mensajes viniendo de una marca como Desigual? ¿o bien os suena a artificio publicitario para llevaros al huerto? ¿os creeríais esta campaña si la firmase Cortefiel, o Loewe, o El Corte Inglés?  Este segundo punto, que no siempre los propietarios de las marcas saben ver (en mi experiencia) es crucial: 

En mi opinión la campaña de Desigual es consistente con las características de su producto (colorido/estampados/patrones), quizá no tanto con la originalidad del punto de venta, al que en mi opinión le falta sofisticación y diferenciación frente a la competencia. Les doy un "progresa adecuadamente".

En cuanto a su credibilidad, le daremos la máxima nota a Desigual si consigue sostener esta inyección de vitalidad a su marca, porque el punto de partida (¿el "Custo barato"?) apunta a que tienen un intenso trabajo por hacer.  Lo fácil es recurrir a la polémica para conseguir un fogonazo de notoriedad, lo difícil es consolidar ese impacto construyendo una marca diferente que los consumidores quieran en sus vidas.

Saludos a todos.

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5 libros, 4 artículos y 70 links ¿indispensables? sobre Branded Content

Por los mensajes que recibo cada día, veo que se está implantando en las Universidades españolas elegir como proyecto fin de carrera el ámbito del Branded Content.

Lo cual celebro, es una muestra más de que algo se está moviendo en el ámbito publicitario.  Y además me alegra que una parte importante de los futuros profesionales de comunicación tengan bien claro que sus carreras no van a consistir en producir anuncios que se repitan a dolor en nuestras pantallas.

Respondiendo a las peticiones de información que recibo para esos proyectos y debido a que no puedo atender a todos como quisiera, aquí tenéis un puñado de fuentes para ayudaros.

Libros

Solo 5,  nada más.  Los podéis encontrar fácilmente en Amazon, Casa del Libro o en cualquier biblioteca un poco preparada:


Fall advRies, A. y
Ries, L. (2002).  The
fall of advertising and the rise of PR
. Nueva York:
Harper Business.
  Se va quedando un tanto obsoleto pero demuestra una de las cosas que suelo recordar cuando hablo sobre Branded Content.  Que esa etiqueta (Branded Content) nos perjudica a quienes queremos dotar a la comunicación de marcas de utilidad para hacerla más ética y sostenible.  Al Ries (el padre del concepto "Posicionamiento") simplemente le llamaba P.R.:  contenido que entretiene por su novedad en lugar de interrumpir y repetirse hasta exasperar.

 


MadisonDonaton,
S. (2004). Madison and Vine: why the
entertainment and advertising industries must converge to survive
Nueva York: Mc Graw-Hill.  Para aprender cómo, ya en 2004, las televisiones americanas comenzaron a entender la necesidad de abrir a las marcas las puertas de sus producciones.  Ocho años después las cadenas españolas acuden a muchos foros y debates pero siguen sin entenderlo.

 


LehuLehu, J.M. (2007). Branded Entertainment.  Londres: KoganPage.  Algo más farragoso de leer que los demás, pero es interesante las evidencias que reúne para argumentar que la transmisión de mensajes de marca en el seno de contenidos de cine, videoclips musicales o videojuegos, consiguen tender lazos emocionales con el consumidor que la publicidad convencional no logra.

 


Funny marketingMartí, J.
(2010).  Funny Marketing.  Madrid:
Wolters Kluwer.
 Su autor José Martí Parreño, profesor Doctor de la Universidad de Valencia, es para mí el autor más riguros en el ámbito de la nueva publicidad que podréis encontrar en España.  Bien documentado y lleno de ejemplos prácticos.  No tengo duda que si este libro estuviese mejor distribuido sería un best seller.

 


Big brotherRegueira. J.
(2011). Big brother is dead: el día que
el consumidor hizo callar a las marcas.
 
Madrid: ESIC
.  En alguna ocasión me han dicho que es un libro que se queda a medias: no avanza mucho las soluciones pero subraya sin temores los déficits del actual modelo publicitario.  Es el antecedente de un segundo libro que un día espero escribir.
 

 

Artículos

Links

Esto ya lo compartí hace unas semanas, pero aquí lo tenéis de nuevo.  Son los casi 70 (68 exactamente) links de case studies y artículos sobre Branded Content más interesante que he decidido guardarme en el último año y pico:  www.delicious.com/javierregueira/brandedcontent

Espero que os resulte útil.  Mucha fé y mucha perseverancia a todos.  El sector publicitario no agoniza, simplemente está tardando en reconfigurarse porque muchos de quienes lo controlan no tienen el más mínimo interés en que las cosas cambien.

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Urbanitas Kids: camisetas infantiles muy especiales

Me acaba de llegar información sobre Urbanitas Kids, una nueva marca de camisetas infantiles, que provocan una sonrisa.

Camisetas que visten los niños pero que compran los padres.  Y ahí es donde entra en juego la ternura, el principal argumento de esta nueva marca.  Su principal beneficio emocional, que diríamos en una agencia.


Morder

De momento han lanzado 14 diseños diferentes en tallas que visten a niños entre 1 mes y 5 años y están confeccionadas en algodón 100% biológico.

Enhorabuena a su fundadora, Karen Blanco, una tía incansable y llena de ideas a la que deseo lo mejor.  Ser capz de emprender hoy día ya es una gran victoria.  Y su ejemplo es un estímulo para todos los demás.

Podéis realizar pedidos a través de la propia web www.urbanitaskids.es.  Ya que se acerca la gran época del hiper-consumismo (e.d. la Navidad) por lo menos podemos ser consumistas un poco más conscientes y apostar por una pequeña empresa de aquí.

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En defensa de PSY (Gangnam Style) y su «nominación» a los Grammies

Partamos de la base de que no me gusta Gangnam Style.  Me hizo gracia la primera vez que lo vi, pero no hay nada en el tema que me haga volver a él.  No me gusta su coreografía simplona pero efectista, ni su traje que parece comprado en el polígono Cobo Calleja, ni siquiera esas bailarinas adolescentes y tiesas como un palo. No son mi tipo.

En cuanto a la letra, el coreano no lo entiendo pero por traducciones que he visto por ahí, como diría Morrissey, "it says nothing to me about my life".

PSY nominado a un Grammy y Justin Bieber no?

La pasada semana una ola de indignación sacudió las redes sociales, hasta convertirse en TT mundial durante muchas horas.  El coreano gracioso del baile del caballo de repente se transforma en un cutre y un oportunista porque al parecer le han nominado a un Grammy.  Y a Justin Bieber no.

La cosa no era más que un bulo, pero me hace reflexionar sobre los criterios con los que juzgamos la música y la cultura en general.

Un premio que Gangnam Style sí gano…

PSY sí gano recientemente el premio al mejor vídeo musical en los MTV European Music Awards, superando a artistas como Katy Perry (esta sí es mi tipo), Lady Gaga o Rihanna.  Cualquiera diría que el criterio musical, el talento y la carrera detrás de estas tres artistas hacen imposible comprender la decisión.

Sin embargo es muy fácil de entender.  

Está bien considerar a la música como un arte.   Está bien que así lo piensen quienes la componen.  Lo que me parece hipócrita es que frecuentemente esta etiqueta del arte sirve como coartada para justificar su falta de éxito a quienes matarían por tener más de 50 fans acudiendo a sus directos.

Música: arte + producto

La música es arte, pero esto es indivisible de su carácter comercial.  Me explico: ciertos "artistas" me dicen que componen y tocan sin preocuparse por su público.  En ese caso viven una experiencia privada equivalente a cantar en la ducha.  Perfectamente lícito.

La mayoría, sin embargo, obtienen un gran estímulo cuando se lanzan a compartirla con el público. Puede que movidos por un afán lucrativo, puede (en muchos casos) que sea simplemente para inspirar a otros y sentir que su música está más viva.  Perfecto en cualquiera de los dos casos.  Pero en ambos, la música se convierte en un producto cuyo único juez es esa audiencia.  Si me gusta, me bajo la canción en iTunes (o no en iTunes), voy a tu concierto, veo tu clip en YouTube y me uno a tu Facebook y comparto con mis amigos haciendo tu música más grande.  Si no me gusta, te ignoro.

Y es la audiencia quien, con sus votos, decidió que PSY ganara ese MTV Award.

"PSY desaparecerá y nadie se acordará de él"

Este es el principal argumento de las fans de Justin Bieber ofendidas: que PSY desaparecerá sin dejar ni rastro.  Pues acabo de hacer un repaso al listado histórico de ganadores de Grammies y francamente, veo que eso le pasa a la mayoría.  No sé, quizá vosotros os acordéis de India.Arie, Shelby Linne, Silversun Pickups, Jill Scott…

Los Grammies los concede anualmente en Estados Unidos la Recording Academy (una asociación de profesionales de la música entre los que se encuentran músicos, productores, compositores, ingenieros de sonido de todo pelaje; sólo hay que pagar 100 dólares anuales para registrarse y votar).   Los criterios para valorar a los nominados no se publican en abierto así que debemos asumir que se impone la subjetividad de los votantes. Por tanto es comprensible que apuesten por quien ha provocado un efecto más inmediato, quien está de moda, quien de un modo u otro ha avivado el interés de las audiencias.

No veo donde habría estado (en caso de haber sido verdad) la afrenta de nominar al "coreano".   Ha cumplido todas esas condiciones sobradamente, hasta el punto de que uno de cada cinco habitantes de este planeta ha visto su videoclip en YouTube.  ¿Que la estrategia para catapultar la canción a esos niveles de audiencia es una fétida mezcla de baile chachorro y melodía facilona?   ¿Y qué?  ¿Acaso no es ético pensar primero en la audiencia (lo que le gusta, lo que le divierte lo que espera recibir…) y luego darle a esa audiencia lo que desea?

Bandas tan conocidas como New Kids of the Block o Marilyn Manson se formaron "a medida" para responder a la demanda que se percibía en el mercado.  Y no añado nombres más recientes de grupos dirigidos a público adolescente por no desviar la polémica de quien hoy me interesa, que es PSY.  Artistas nacionales como Dover, e internacionales tan grandes como U2 o Eric Clapton han sido criticados por abrazar la electrónica como vía para acceder a fans más jóvenes.  ¿Pensáis que los coqueteos Rave de Coldplay son un experimento musical o una estrategia comercial?

La música es arte, pero sin un público que la escuche, la sigue y la juzga como le da la gana, no sería tan grande, tan emocionante ni tan universal.

Nos limitaríamos a cantar en la ducha.  ¿Queremos eso?

 

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Probando, probando: nueva webserie de El Corte Inglés

Desde Storytele, empresa recién salida del cascarón al frente de la cual está el ex-Aftershare.TV y ex-Antena 3 TV Paco Vaquero, me hacen llegar el primer capítulo de "Probando, Probando", una web serie para El Corte Inglés.

 

Voluntad de desarrollar la marca

Se trata de una comedia que plantea varias historias relacionadas en la que ocho jóvenes buscan la mejor versión de ellos mismos en menos de un metro cuadrado. Me ha parecido un acierto que sus cinco capitulos se estrenen en Tuenti, una red social en la que a buen seguro encontrarán un óptimo nivel de afinidad.  Y desde donde además vinculan el visionado del contenido a la posibilidad de participar en promociones y conseguir descuentos para compras en El Corte Inglés.

De hecho, ese contador de reproducciones que supera las 17.000 en apenas 4 días demuestra que el contenido ha estado bien dirigido y que los seguidores sí interactúan (cosa que por experiencia sé que no es nada fácil de conseguir en Tuenti).  Les deseo que la progresión se mantenga.

El Corte Inglés se suma a la ¿moda? de las webseries

Este titular no es mío, lo acabo de ver repasando el publicity generado por la serie en Internet.  Voy a pararme un momento en esto porque este titular no conviene mucho a El Corte Inglés.  De hecho no le conviene nada.

"Probando, Probando" entiendo que no esta concebido para sumarse a ningún carro de tendencias.  Entiendo que se trata de una apuesta estratégica para hilvanar lazos de mayor complicidad entre un target joven tradicionalmente alejando de una marca madura y conservadora como el Corte Inglés. Para tratar de entablar con adolescentes y jóvenes la misma relación de empatía y confianza que la marca ha consolidado durante décadas de comunicación consistente con el resto de su target.

La marca entiende que movilizar esas percepciones de los jóvenes, largo tiempo asentadas, es más factible con una estrategia de comunicación de entretenimiento que con campañas tradicionales de publicidad, que nadie se creería.

De hecho no es la primera vez que El Corte Inglés apuesta por este tipo de contenidos para Internet.  Aquí podéis ver otros ejemplos:

El Gap de cobertura

No puedo dejar de compartir con vosotros una pregunta que tengo.  Y que en muchas ocasiones he planteado a mis clientes o a marcas que no lo son.

Si una marca cree en el contenido, no como un fogonazo puntual sino como una herramienta estratégica para hacer su comunicación más relevante y más cercana al target ¿por qué estos experimentos se realizan solo con gaseosa?.  ¿Por qué se ven circunscritos al ámbito de Internet, donde resulta tan complicado alcanzar grandes coberturas, en lugar de apostar igualmente por el medio TV?   Conozco muchos anunciantes que hacen ascos a la 2, donde un 2,5% de share les permitiría ser vistos por 300.000 personas, treinta veces más que el episodio más exitoso de Fashion in Action.

Es lo que llamo el "gap de cobertura".  Por mucho que rajemos del medio televisión, hoy el día es el que nos garantiza que nos vean cientos de miles de personas una sola noche.

¿Por qué entonces no nos atrevemos a apostar claramente por los contenidos del ámbito de la TV?  ¿Consideramos al contenido como un juguetito que de momento solo sirve para Internet? ¿Es imposible superar la resistencia de las cadenas privadas a apostar por contenidos co-producidos por marcas? ¿Es más arriesgado apostar en medios masivos por un contenido, aún a sabiendas de que con un spot no conseguimos activar ni recuerdo, ni preferencia, ni intención de compra?.

Me gustaría tener la ocasión de ver más series como ésta en TV. Quizá no estemos tan lejos.