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4 pasos para fidelizar a tus clientes con experiencias, no con promesas

El embudo de fidelidad

Cuando me incorporé a G2 (Grey Publicidad) en 2003, en una visita a su central en Londres, descubrí el modelo que más me ha ayudado a entender la complejidad de construir relaciones con clientes y la necesidad de tratar de un modo distinto a cada persona en función de su intensidad de relación con la marca.  Se trata del embudo de fidelidad, un modelo que todos conoceréis, porque ha ido creciendo en popularidad en la última década y que nos explica cómo madura nuestra relación con una marca desde que la conocemos, la preferimos, la probamos, repetimos y le otorgamos nuestra fidelidad.

Embudo

 La publicidad como “arma de destrucción masiva”

Tradicionalmente, la publicidad nos servía como un arma de fuego indiscriminado sobre los consumidores de todos los estadios del embudo.  Cuando esa marca de automóviles cuyo spot quizá acabas de ver, lanza su campaña, en algún lugar de su despacho un ejecutivo cruza los dedos para que ese anuncio:

  • sirva para aumentar la notoriedad de la marca en tu mente,
  • sirva para enamorarte (o al menos activar tu preferencia en relación a otras marcas de automóviles),
  • y también sirva para que, si ya posees un vehículo de esa marca, no tengas la menor duda de que la decisión correcta es volver a elegirles cuando cambias de coche.

¿No os parece mucho pedir?  ¿No os parece sobre simplificar –e incluso faltar al respeto al a individualidad de cada usuario- asumir que todos estamos predispuestos a decodificar/interpretar del mismo modo los mensajes de las marcas? 

Un nuevo consumidor, ¿un nuevo embudo?

Como digo habitualmente, el principal problema con el que nos enfrentamos los que trabajamos en esto, es que el consumidor ha cambiado como nunca lo había hecho desde que la publicidad se industrializa a finales del siglo XIX y a nosotros parece que nos cuesta hacer lo mismo.

Entre los muchísimos artículos sobre eficacia publicitaria que leí de cara a mi tesis doctoral, me resultó especialmente útil el modelo AMBER, explicado magistralmente por el Profesor José Martí Parreño, de la Universidad de Valencia.

Y me interesó porque es capaz de explicar con claridad cómo el embudo de fidelidad debe adaptarse la principal exigencia del consumidor en relación a las marcas: recibir de ellas una comunicación útil, honesta y no intrusiva.  En definitiva, una comunicación que aporte valor.

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Como veis la cosa es muy sencilla: en un mundo donde el usuario prefiere contenidos útiles y experiencias a promesas publicitarias, se trataría de transitar por estos caminos:

  1. ATENCIÓN: se trata de utilizar los canales a nuestra disposición (medios propios, pagados y redes sociales) para comunicar el mensaje de marca.  Pero siempre con un enfoque “pull” (e.d. es el atractivo del mensaje y no la persistencia en su emisión lo que lleva al consumidor a recibir el mensaje con agrado y recordarlo).  Para ello hay que echar mano de una de estas dos opciones: la información útil o el entretenimiento.  Se trata simplemente de decir “eh, estoy aquí y tengo algo interesante que proponerte, mantente cerca si quieres saber más”.
  2. MOTIVACIÓN: comenzamos a empatizar con el target, queremos ganarnos su confianza aportándole todavía más valor antes de pedirle nada a cambio.  En esta fase contar con espacios (físicos o virtuales) donde el usuario puede ir experimentando el territorio de la marca es vital.
  3. BRANDED ENGAGEMENT (que podemos traducir como compromiso con la marca y que a mí me gusta entender como una implicación, no como una mera acción mecánica consistente en pinchar en Like o tuitear en redes sociales).  Se trata (previa autorización u opt in del usuario para que nos dirijamos a él vía redes sociales, App, emailing, SMS, etc) de intensificar la relación.  La clave aquí es la calidad de la experiencia en el territorio propuesto una vez que la gente empieza a participar.  La experiencia me dice que la implicación siempre es mayor cuando (por ejemplo a través de votaciones, búsqueda de pistas en acciones transmedia, etc) le damos la oportunidad de participar activamente y así sentirse especial.
  4. RESPUESTA: se trata de estimular al consumidor por medio de incentivos y la mayor personalización posible, a que adquiera nuestro producto cuando se encuentre en la tesitura de comprar.

Espero que este modelo de referencia os estimule a desarrollar vuestros propios proyectos.  Un saludo a todos.

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branding publicidad para recordar

Toma co-branding!: Martini Gold y Dolce Gabanna

Martini dolce gabanna 

Buscando música de ascensor para escuchar mientras trabajo, me encuentro con esta creatividad de Martini en Spotify, invitándome a ver un vídeo que ya me imagino antes de verlo y que anticipo recreará el universo neorealista de Fellini en la Dolce Vita.

Intrigado, tiro del hilo y veo que se trata de una acción de co-branding entre una nueva referencia de Martini (Martini Gold) y la marca de moda pret-a-porter Dolce & Gabanna. 

Aquí podéis ver el spot completo:

Dentro del mismo canal Youtube encontraréis además del anuncio, una entrevista (en italiano – hay que seguir contando la historia) con la diva, sobre su colaboración con Martini y la marca de moda, otra con el director del spot y varias curiosidades más.

Me parece una iniciativa interesante:

– El viejo truco de lanzar una extensión de línea "top market" para "premiumizar" una marca, me parece muy pertinente en un mercado zarandeado por la crisis y la creciente amenaza de competidores low cost.  Ninguna marca que no sea Martini podría contar una historia como ésta para vender un vermouth.  Huir de la tentación de meterte en una guerra de precios y tomar el camino más arriesgado de dar más valor por el mismo precio a tus clientes, es un punto a favor de Martini.

– Y el no menos viejo de darle la mano a otra marca para desarrollar tu historia más rápido y de manera más profunda.  Qué mejor compañero de camino que Dolce & Gabanna, con su espíritu de lujo decadente e inalcanzable, su esencia italiana y su estilismo elegante, pero sobrio y clásico al mismo tiempo.

He visitado la web de Martini Gold y ya no me he quedado tan contento: el spot está bien, pero es sólo eso, publicidad.  La involucración de nuestros clientes en estos tiempos no pasa por deslumbrarles tan sólo con la belleza de Roma y la Bellucci, sino que hay que aportarles utilidad para que puedan vivir la marca en primera persona, e.d. como consumidores, no como audiencia.

Ya lo hemos dicho otras veces: el contenido puede ser útil cuando ofrecemos consejos prácticos, entretenimiento y/o obsequios a nuestros clientes. Así que me faltaría:

– Más valor que las ¡sólo tres recetas de cocteles! que se pueden encontrar en la web: gold on ice, gold royale y gold finger.  Está última me gusta, pero resulta que no puedo reenviarla a amigos ni colgarla en

– Más entrenimiento que un sólo spot.  ¿Qué tal un making off donde pueda descubrir -y viralizar- más cosas sobre esta colaboración y sobre el rodaje?

– Obsequios que estimulen al consumidor en el embudo de fidelidad.  Descubro en la web que existe un Martini Bar en el store de Dolce & Gabanna en Milan:  ¿qué tal sortear un viaje?, ¿y un meet+greet con la Belucci? (a eso me apunto).

En suma, el universo de marca propuesto en esta acción de co-branding parece muy apetecible, pero la marca no me permite (usando de nuevo esta expresión) "tirar del hilo" hasta donde yo quiero.  ¿Por qué no desarrollar la experiencia en todo su potencial estimulando la participación de los clientes on y off line?

¿Que opináis?

Saludos irreverentes.

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branding medios

Benedicto XVI & company necesitan un Máster en Marketing. Urgente.

Papamovil 
Mientras sesteo en el sofá asisto a la retransmisión en directo y entre la niebla del Papamóvil llegando a Santiago de Compostela y me pregunto si el Vaticano es consciente de las necesidades de sus fieles y sigue algún tipo de estrategia para satisfacerlas.  O si por el contrario, el estruendoso despliegue de medios, gastos y boato alrededor de la figura del Papa es simplemente resultado de aplicar cansinamente lo que siempre se ha hecho para avivar la fé de los fieles en sus lugares de residencia.

Alguo dirá que estoy Marketinizando una misión altruísta como debe ser la de la Iglesia católica: evangelizar e.d. difundir desinteresadamente el mensaje de Cristo. Yo no lo veo así.  Los museos tienen departamentos de marketing. Las ONG´s también: procuran captar el máximo de ingresos (compitiendo por la atención de sus donantes con otras muchas iniciativas solidarias) y para ello debe afinar su estrategia.  Segmentar bien su target y posicionarse claramente en sus mentes con unos valores emocionales que justifiquen la preferencia por esa ONG y no otra.

Asisto también a la aparición en según que canales, de agrias críticas contra la Iglesia católica y sobre todo, contra sus dirigentes.  Siempre me he preguntado por qué, si el mensaje de los Evangelios es fundamentalmente bueno y positivo (generosidad, valores humanos, honestidad, amor, tolerancia), la iglesia levanta tantas ampollas entre una parte de la población.

Quizá porque está pésimamente dirigida.  Algunos datos que demuestran que últimamente no les va muy allá:

Según fuentes de la propia Iglesia católica, pierden anualmente el 1% de sus fieles. El CIS sitúa este descenso en un 2%.

La pérdida de vocaciones sacerdotales es igualmente alarmante.  Mis dos hijas van a un colegio católico donde ya no trabaja ni un solo religioso.  Yo mismo estudié en el Colegio de los Jesuitas de Gijón: este verano me comentaba mi buen amigo José que en 25 años la Compañía de Jesús no tendrá sacerdotes para atender su red de colegios.

El perfil de los fieles envejece: del 16% que se declaran no creyentes, justo la mitad tienen menos de 35 años.

El discurso papal es un perfecto ejemplo de "balones fuera": la culpa de la secularización de la sociedad y -como el lo llama- el relativismo creciente en el mundo es nuestra, no de la Iglesia.  La culpa de que el producto se venda menos es de los clientes.

La parte esperanzadora para la Iglesia es que un 73% de los españoles se sigue declarando católico.  Muchos seguimos convencidos del argumento anterior de que el mensaje sigue siendo fundamentalmente bueno y esperanzador.  Y por eso mismo desearíamos que fuese trasladado con mayor acierto.

Como toda marca, la Iglesia católica se juega las cartas con varios segmentos de población.  Podemos analizar estas relaciones utilizado una versión adaptada del embudo de fidelidadEMBUDO FIDELIDAD:

El grupo más grande, los que llamo "durmientes" no consiguen ser activados con la actual estrategia de la Iglesia. No avanzan hacia la derecha (y como hemos visto muchos se quedan por el camino cada año).  Le sucede lo que a toda marca que sufre un posicionamiento difuso: que sus clientes desconfían y se alejan. En este caso,  el mensaje prometido tiene poco que ver co los valores representados por la jerarquía de la Iglesia.  Como botón de muestra, esta visita del Papa por España tiene más que ver con un desfile imperial que con el ejemplo de un peregrino más.

Los "reactivos": son personas que tienen o han tenido fuertes convicciones religiosas y las rescatan en momentos de adversidad personal o circunstancias difíciles en su entoro.  La fé actúa como un manto de protección, un consuelo.

Los "activos": son participativos y posiblemente estos días se habrán lanzado a la calle tanto en Santiago como en Barcelona.  Entiendo que la presencia del Papa les reconforta y les refuerza.

Los "proactivos": se sitúan al lado de la Iglesia dejando a un lado todo espíritu crítico.  Están siempre ahí.  Diga lo que diga y haga lo que haga la Iglesia.  Y procuran trasladar su mensaje a terceros.

¿Dónde se juega los cuartos la Iglesia católica?  Pues ni en los proactivos ni en los activos.  Estos grupos ya los tiene, son fieles que no van a abandonar su seno en ningún caso.  Si acaso ambos grupos se contraen por razones demográficas.

Los "reactivos" y los "durmientes" son grupos mucho más grandes y por lo tanto en ellos debería sostenerse cualquier estrategia de crecimiento de su base de fieles.  Es evidente por los pobres resultados que la estrategia actual no consigue desarrollar su fidelidad.

Si esto es así, ¿por qué siguen haciendo lo mismo esperando resultados diferentes?, ¿por qué no cambia de dirección la Iglesia?, ¿por qué no rejuvenece y actualiza su mensaje?, ¿no existe una mejor manera de trasladar su mensaje de marca a nivel local que esos anacrónicos viajes papales?, ¿no resultan estos mensajes contraproducentes al trabajo de hormiguita de las pequeñas comunidades locales?

Hay muchos fieles que opinan que la Iglesia del Concilio Vaticano II era más moderna que la del siglo XXI, que en una sociedad más atormentada y compleja, la parte "oficial" de la Iglesia se ha situado dos peldaños por encima del bien y del mal, en lugar descender a pie de calle a echar una mano. 

Si estamos de acuerdo en que el mensaje religioso es esencialmente positivo, lo que debe estar fallando es la manera de contarlo. 

Por tanto les aconsejaría que reflexionasen sobre ello con arreglo a los principios del marketing, esto es, escuchando a su target.  Que son sus fieles.  En el siglo XXI una marca que no escucha no tiene posibilidad alguna de generar notoriedad y construir preferencia o fidelidad.  Ni siquiera la Iglesia.

Saludos irreverentes.

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publicidad para olvidar

La publicidad y el Bálsamo de Fierabrás del Quijote

Estamos de acuerdo en que nuestro bien más escaso es el tiempo.  El mayor lujo es disfrutar de soluciones y servicios que nos permiten ahorrarlo.  El mayor mosqueo es enfrentarnos a quien nos lo hace perder. 

Por ejemplo, la publicidad coercitiva y de interrupción, o sea la publicidad de siempre.  Por eso tiene los días contados. 

Por primera vez en los últimos cien años (desde que la publicidad existe) la información comercial que se supone que contienen los anuncios, la podemos obtener nosotros mismos cuando queramos en soporte digital, sin desviarnos de nuestras rutinas y,sobre todo sin que nos interrumpan.  ¿Qué haces para suscribir un seguro?  ¿Ver anuncios o consultar distintas opciones y precios en internet?

Cuando lanzo estas realistas pero incendiarias ideas en mis clases, mis alumnos, futuros profesionales de la publicidad que pronto tendrán en sus manos las relaciones entre las marcas y los consumidores experimentan dos tipos de reacciones: se persignan o se cabrean.

Imagino que para ellos no debe ser fácil admitir que la era Melrose Place se acabó.  Que no se dedicarán jamás a rodar imaginativos spots de a millón de euros en idílicas islas del Caribe, que los festivales publicitarios pasarán a segundo plano y la mayoría de ellos no verá un trabajo suyo en la TV (aún hoy considerado "el medio rey") ni una sola vez.

A mí no me quita el sueño.  De hecho, lo que me lo quita es ver cómo la profesión sigue obsesionada con adorar esa visión idílica de la "creatividad" (borrosa y subjetiva etiqueta que se aplica según el criterio de unos santones elegidos a dedo).  Como si, con la que está cayendo, resultase lícito concentrar el esfuerzo publicitario en producir anuncios graciosos, inteligentes o engolados, en lugar de anuncios honestos y sencillos que se integren en nuestras rutinas y nos ofrezcan una utilidad real.

Estamos en esto del marketing para conciliar la oferta y la demanda y así contribuir a que la economía funcione, no parecer listos o ingeniosos a ojos de nadie. 

Y en el aula se hace de nuevo el silencio.  Al cabo de un rato alguien pregunta con ojos angustiados: "entonces, ¿es que va a desaparecer la publicidad tal cuál la conocemos?".

Entonces les pinto esto en la pizarrra.

EMBUDO SIMPLIFICADO 

Y les explico que la publicidad no es el Bálsamo de Fierabrás (el brebaje que se preparaba el Quijote para sanar sus males).  No lo cura todo.  No lo puede todo.  No puede dar vida a un producto muerto, nimejorar la percepción que tenemos sobre un producto que no nos ha gustado después de probarlo.  No sirve para fidelizar a los clientes ni para conseguir sus recomendaciones a terceros. Ni mucho menos para resucitar a un producto muerto o moribundo.

Sí sirve, sin embargo para elevar la notoriedad, el recuerdo.  Siempre que el anuncio sea a) fácil de entender y b) claramente asociado con la marca anunciada.

Pero obsérvese que este es sólo el primer paso en la carrera por conseguir una masa crítica de clientes fieles que sustengan la salud de nuestra marca.  En el resto de fases del embudo sirve para bien poco.

Demos a la publicidad la importancia que tiene (relativa) e intentemos utilizar estrategias "pull" (que el cliente nos busque) en lugar de "push" (interrumpirle).

Invirtamos en el cliente, no en publicidad.