Categorías
publicidad para olvidar

Un anuncio gigante que no dice nada.

Hoy al abrir el periódico me encuentro con este mega-encarte de Correos.

Encarte el pais
He sacado una foto para que comprobéis el tamaño del "panfleto" (desplegado) junto al diario. 

Tela.  Veo que en el año 2011 muchos siguen seriamente preocupados por la preservación de los árboles de este planeta.

Cuando a mediados de los 90 comencé a trabajar en publicidad en Leo Burnett, realizábamos cada año una amplia tirada de encartes para nuestro cliente Marlboro.  El formato encarte tenía la ventaja de permitir una óptima reproducción de color, además de que te permite segmentar geográficamente, cosa que no siempre puedes hacer cuando compras un espacio dentro del propio diario o revista. Escogíamos el paisaje más bonito del pool de fotos que nos llegaba de Leo Burnett Chicago y ofrecíamos a los fans de la marca un poster a todo color cuyo valor era precisament eso: un paisaje bonito que podías poner en la pared de tu habitación.  A pie de página rezaba en pequeño: come to Marlboro Country.

Repaso los textos de este encarte de Correos (escritos en ese tono autocomplaciente y predecible tan típico de los anuncios) y descubro que deben estar modificando su oferta de paquetería.  Que pasa a llamarse 360º.  Desde una rápida lectura (¿acaso alguien le dedica a la publicidad el mismo tiempo que a una buena novela?), no soy capaz de determinar si se trata de un servicio totalmente nuevo o si se limitan a darle un giro cosmético a algo que ya existía. 

Un encarte que:

  • No clarifica en qué es mejor el servico de mensajería de Correos que DHL, UPS, Seur… Si no tienes nada mejor que ofrecerme que tu competencia, ¿para qué te diriges a mí? 
  • No me ofrece valor de ningún tipo:  ¿veis ese mini-folleto desplegable a la derecha?  Sí, yo también pensaba que incluiría algún cupón descuento para probar el servicio por primera vez.  Pues no: lo que incluye es más información egocéntrica sobre la oferta de servicios de Correos.  Alguien debe pensar que lo voy a meter en mi cartera para llevarlo por el mundo conmigo.

Me parece preocupante que un anunciante llegue a imprimir cientos de miles de encartes como éste y a pagar por la inserción de cada uno de ellos en el diario de información general de mayor tirada en España.  ¿Acaso no habría mejores maneras de informarme a mí como consumidor de en qué son buenos y cómo me puedo beneficiar de ello?

El reto de Correos no se diferencia tanto del que afrontan otros servicios postales nacionales como el británico Royal Mail:  marcas envejecidas y arrolladas por la pujanza de couriers más tecnológicos, más eficientes, internacionales y más baratos.  Hablamos de un problema de marca, no de producto.

Y como a menudo digo en mis clases, un problema de marca es un problema de "falta de amor".  Los clientes de Correos (actuales pero sobre todo potenciales) no perciben que sea la mejor alternativa en mensajería para ellos.  No creen que la marca Correos sea su "perfect match".

Si yo soy una marca y quiero que me quieras, no puedo hacer otra cosa que ofrecerte todo el valor que pueda y cruzar los dedos hasta que decidas acercarte a mí.  Ofrecerte información comercial escrita en primera persona es justo lo contrario a ofrecerte valor.

En la portada del encarte titulan:  "reinventamos la fórmula".  Yo les preguntaría cuál es esa fórmula que quieren reinventar, en qué la están reinventando y qué me van a ofrecer como estímulo para que deje de lado a mi proveedor habitual siquiera por una vez (parece una tontería pero es un movimiento hercúleo), y decida probarles a ellos.

Hasta que no me den las respuestas, me quedo con mi servicio de mensajería de siempre.

Saludos a todos.

Categorías
branding

2 DE ABRIL DE 1993: EL DIA QUE LA MARCA MURIO

2 de abril de 1993: Philip Morris, el gigante mundial de los cigarrillos y matriz de la marca Marlboro, hace pública su decisión de recortar un 20% el precio de sus cigarrillos para mantener su competitividad en el mercado.

Uno de los iconos más potentes del universo de marcas internacionales, realizaba por primera vez, a los ojos de sus clientes y sus inversores, un movimiento opuesto a su filosofía: desarrollar el valor de marca por medio de la publicidad para sostener un precio premium frente a la competencia.

Inmediatamente, las acciones de Philip Morris en Wall Street colapsaron.  Por uno de esos efectos dominó (fundamentalmente impredecibles pero que esos sesudos analistas con gemelos y gomina intentan interpretar siempre), otras mega-marcas como Heinz, CocaCola, Quaker y Pepsi arrastraron también a sus fabricantes a una idéntica catarata de pérdidas.

Los de la gomina y los gemelos comenzaron a cuestionar entonces el valor de la imagen de marca.  ¿Acaso la ecuación de "más inversión igual a mayor valor de marca igual a precios premium" ya no era válida?   

Afortunadamente (al menos para los que pensamos que las marcas tienen una función que cumplir: otogarnos garantía y fiabilidad y facilitarnos la elección y las mejores soluciones a los mejores precios), la marca no murió ese día.

Muy al contrario, volvió a nacer. 

Desde aquel día, algunos expertos en marketing comenzaron a replantearse la primera parte de la ecuación.  El valor de marca no tiene por qué ser directamente proporcional a la inversión publicitaria.  Grandes marcas consolidadas en los 90 como Zara o Aldi, consiguen construir una multitudinaria franquicia de clientes fieles sin invertir un céntimo en publicidad.

El valor que una marca aporta a un cliente (y que puede llegar a justificar un precio más alto), no es una función de la inversión que hacemos en ella sino de los beneficios (de carácter racional y emocional) que recibe el cliente.  Hagamos o no hagamos publicidad.  Valor que se puede ver reducido si no prestamos un servicio impecable o el cliente se arrepiente de la compra efectuada.  De nuevo: hagamos o no hagamos publicidad.

VALOR 
  
La historia me pilló bastante cerca.  En 1994, recién terminada mi carrera, me incorporé a Leo Burnett como responsable de cuentas de Marlboro.  Viví una época nerviosa en la que los gestores de la marca -entre la gente más brillante con la que he tenido la suerte de trabajar-, procuraron cambiar el chip y trasladar una parte cada vez más importante de su inversión a los entonces llamados medios no convencionales, aquellos que podrían intensificar la relación del consumidor con la marca más allá de las capacidades de la publicidad tradicional:

– reforzamos la explotación del patrocinio de deportes del motor por parte de Marlboro (promociones y grandes eventos en Barcelona, Madrid y Jerez con ocasión de los grandes premios),

– desarrollamos con magníficos resultados el primer programa de fidelidad de tabaco realizado en España: marlboro Miles; a los pocos meses, el resto de marcas "tomaron la idea prestada",

– comenzamos a introducirnos poco a poco en el mundo de la música, primero en estilos mainstream como el pop, y poco a poco en movimientos urbanos como el dance o el hip hop,

Como resultado Marlboro reforzó su liderazgo convirtiéndose en la única marca Premium de tabaco, (¿os imagináis el mercado de la moda con sólo una marca de pret-a-porter?), claramente posicionada por encima de su competidores más directos como Winston, Lucky Strike, Fortuna o Camel.

Debo estar mayor, veo estos anuncios de Marlboro y me entra morriña.

Saludos morriñosos e irreverentes.