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Cerrar una empresa que no funciona: ¿rendirse «como un cobarde» o abandonar una quimera?

La trampa de la perseverancia

Estaremos de acuerdo en que la educación industrial que recibimos en el colegio y en la Universidad no nos programó para ser emprendedores sino trabajadores por cuenta ajena.   En ausencia de un bagaje académico que nos enseñase por dónde tirar, los que un día decidimos dejar nuestros salarios, comodidades y corbatas para emprender, no tuvimos otra fuente de la que aprender que los libros de emprendimiento.

En  ellos descubrimos que al parecer existía una fórmula mágica para emprender:

Idea genial + esfuerzo continuado = éxito seguro

Una fórmula que si seguíamos a pies juntillas no nos permitiría fallar.


Perseverancia
Pues no.  No funciona así.  

No hay nada esencialmente malo en trabajar con determinación, pero lo que es importante entender (y a mí me ha costado tiempo y dinero hacerlo) es que se trata una condición necesaria pero no suficiente.  Hay momentos en los que no vas a alcanzar los objetivos que te has marcado, independientemente de lo duro que te lo curres.  Independientemente de tu determinación y tu capacidad de aguante. Luego te doy mi opinión de por qué.

Montando sobre un caballo desbocado

En estos casos la perseverancia, el afán por seguir adelante (que es hermano de la autoexigencia y el miedo a fracasar) puede ser tu peor enemigo.

Ayer en Sant Cugat hablaba a un espléndido grupo dejóvenes emprendedores de Yuzz sobre estos temas. Les explicaba que apenas he montado a caballo un par de veces en mi vida.  Y que la experiencia (precisamente por mi inexperiencia) ha sido más que negativa: el caballo trotando libremente y yo botando encima, acojonado como un pelele.  

Es la imagen más clara que se me ocurre para explicar el efecto adverso que el exceso de ambición puede causar en vuestras vidas: hacer que subáis a un caballo desbocado, que no podéis controlar y que os lleva irremediablemente al desastre.


Caballo
Un negocio siempre se puede abandonar

Se atribuye a Woody Allen la frase de que "un hijo es el único acontecimiento de la vida que luego no se puede rectificar".  E.d. podemos cambiar de trabajo, hasta de profesión, emparejarnos, incluso casarnos, y con mayor o menor frustración, si la cosa no va bien es posible soltar…alejarnos de aquello que nos hace daño paraemprender un nuevo camino.  

¿Por qué un negocio funciona de modo diferente?  ¿Por qué sus tentáculos nos enganchan de tal modo que no podemos soltarnos?  Fundamentalmente porque en nuestra sociedad la principal vara de medir del éxito personal es:

Dinero + Poder + Reconocimiento ajeno

Todos ellos logros fácilmente asociables con un emprendedor exitoso.  No con uno que fracasa.  

Una visión parcial consecuencia de los valores que nos han inculcado desde niños.  La realidad es otra: no pasa nada por rectificar una mala decisión empresarial, abandonando un proyecto en un momento dado. Cuando cerré mi primera empresa me di cuenta que mi carrera no era una línea recta que se dirige a la cima o al precipicio, sino una línea en zig-zag donde a veces a un avance le sigue un retroceso.  O vicecersa.

"La línea entre el éxito y el fracaso es muy fina" 

La única manera que conozco para saltar de ese caballo desbocado que es la autoexigencia por el miedo a fracasar es relativizar el miedo a fracasar.  Dándonos cuenta de que siempre hay un mañana, un nuevo proyecto y hasta una nueva empresa.  Siempre.

El fracaso es un concepto relativo y la línea que lo separa del éxito es muy fina.  Esta frase no es mía, sino de Sir Richard Branson, un reputado empresario, padre de sonoros éxitos empresariales como Virgin Atlantic o Virgin Money, pero también de sonoros fracasos como Virgin Cola, Virgin Records o los deficitarios y criticadísimos Virgin Trains.

¿Cuándo decir basta?

La respuesta es bastante más sencilla de lo que parece.  

El mundo del emprendimiento se parece más a un arte (tienes que lidiar con cientos de variables, muchas de las cuales dependen del impredecible comportamiento de tus clientes) que a una ciencia.  Si yo tuviese la fórmula mágica para no volver a fracasar, no estaría al frente de una PYME en Madrid, sino asesorando a Obama en Washington, o mejor aún, a algún mandatario caribeño (el clima es mejor y se puede echar la siesta bajo un cocotero).

Tal fórmula simplemente no existe.  Pero lo que sí aprendemos los que hemos sufrido un serio revés en una actividad empresarial, es que nada justifica una situación de sufrimiento continuado.  

Si a la pregunta que formulaba Steve Jobs en su célebre charla de Stanford, respondes que "si hoy fuese el último día de mi vida no querría dedicarlo a trabajar en mi empresa", es que has llegado a ese momento de decir basta.  No esperes más.

Bonus: 4 lecturas que te recomiendo sobre cuándo/cómo/por qué cerrar un negocio/proyecto que no funciona:

  • The Dip (Seth Godin):  breve y conciso (quizá algo falto de rigor) como son todos sus libros, pero tremendamente original e inspirador.  Para entender cuando hay que "chapar".
  • Game Over: los 13 errores que me llevaron a cerrar mi empresa (servidor).  De lo único que me arrepiento en relación a la empresa que tuve que cerrar destruyendo más de 20 empleos y sufriendo importantes pérdidas personales, es de que mi exceso de autoconfianza (llamadle soberbia si queréis) me impidiese ver que debía cerrar mucho antes.  Los quebraderos de cabeza habrían sido mucho menores.
  • El hombre que tuvo la fortuna de fracasar (José Luis Montes): ayuda a entender que tomar la decisión de "soltar" puede ser un verdadero paso adelante.
  • Why Smart executives fail (S Fieldkestein): aquí sí que hay rigor.  Es un estudio en profundidad de 50 empresas americanas durante 6 años que analiza las causas más recurrentes de los colapsos empresariales.  Os adelanto que, de un modo u otro, todo tiene que ver con el ego y la incapacidad para adaptarse a las circunstancias cambiantes.

Saludos a todos.

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¿Crees que es lícito copiar en Internet?

Copiar = "tomar prestado con orgullo"

Cuando trabajaba como Director de Servicios al cliente en Grey, teníamos un cliente con una magnífica dinámica de networking on y off line. Nos veíamos las caras un par de veces al año representantes del cliente y de la agencia procedentes de todas partes del mundo.  Compartíamos case studies de la marca y mejores prácticas de la competencia y todo este conocimiento terminaba en una intranet que consultábamos cada vez que teníamos que recibíamos un briefing para desarrollar un nuevo proyecto.  Era una fuente de inspiración para nuestro trabajo diario como jamás he tenido en ningún otro sitio.

En casa de nuestro cliente, llamaban a esta práctica "borrow with pride" = tomar prestado con orgullo, aludiendo a que uno no debía avergonzarse de inspirarse en una idea ajena. Muy al contrario, a menudo es una solución mejor que reinventar la rueda.  Intento explicaros por qué.

Entre las definiciones de copiar en el diccionario de la RAE veo:

En un ejercicio de examen escrito, ayudarse consultando subrepticiamente el ejercicio de otro examinando, libros o apuntes.

Fijaos que pone "ayudarse", no repetir literalmente lo que estás tomando de otra fuente.  

Viaje al pasado: ¿os acordáis de la Selectividad?  Para mí fue un tormento: creo que no he estudiado tantas horas seguidas ni perdido tantas horas de sueño en mi vida.  Durante aquella semana el volumen de información que debías retener para luego plasmar en un papel era inmensa.  Aquella prueba activaba al máximo la imaginación en el chuleteo y la copia:  se trataba, no de tener a mano el literal de la respuesta que debías dar (eso era imposible ya que había demasiada vigilancia como para transcribir respuestas completas de otra fuente), sino de encontrar una pequeña ayuda, una palabra clave o un mini-listado que te ayudase a recordar lo que habías estudiado para así comenzar a desarrollarlo.

Copiar para progresar




Copy me

Es un hecho que el desarrollo del conocimiento humano es acumulativo.  

Esto lo aprendes el primer día que comienzas con una tesis doctoral.  Llegas a la facultad con tu espíritu de polvorilla, con un borrador de lo que quieres hacer y la solución casi esbozada ya en tu cabeza.  Y te desmontan del burro, recordándote que por específico que sea tu ámbito de investigación, en algún lugar del mundo habrá profesionales que ya lo hayan abordado previamente.  Y que debes empollarte toda esa investigación, entenderla y cuestionarla, antes de ponerte a escribir una sola línea de tu tesis.  Gracias a esta parte (el "marco teórico") puedes detectar hallazgos y fracasos de anteriores investigaciones y así dirigir mejor tus pasos, construyendo sobre lo hecho por otros.

A poco que pienses en ello te darás cuenta de que la interconexión colaborativa de fuentes científicas en distintas partes del mundo gracias a Internet explica la poderosa aceleración de los avances tecnológicos en todo el mundo en los últimos 25 años.  

Para mí copiar (copiar de esta manera) no sólo es lícito sino que te permitirá añadir valor a lo que otros han hecho antes que tú, de varias formas:

  • Personalizando tu trabajo a una necesidad concreta de un grupo objetivo.  Un buen ejemplo: cuando comencé a escribir me ayudó mucho el libro "Marketing para escritores" escrito por Neus Arqués, no porque aporte nada radicalmente nuevo al ámbito del Marketing, sino por que lo contextualiza a las necesidades de un escritor que empieza.
  • Construyendo/mejorando lo que ya se ha hecho.  A menudo explico en cursos de Introducción al Marketing que IPod no fue el primer reproductor de MP3 que llegó al mercado, pero sí el que mejor consiguió entender el tipo de experiencia que necesitaba el usuario (usabilidad, ligero, capacidad, diseño…).
  • Estableciendo puentes: es lo que Steve Jobs llamaba "connecting the dots" (conectar los puntos).  Tu propia visión personal, tus aprendizajes, tus peculiares habilidades y tu experiencia pueden llevarte a mejorar lo hecho por otros.  Jobs, por ejemplo, se sirvió de sus conocimientos sobre tipografías para revolucionar para siempre el interfaz de usuario de los ordenadores, hasta entonces complejo y gris. Hay un libro muy bueno para establecer asociaciones y tender puentes entre ideas inicialmente inconexas: Pensamiento Lateral de Edward de Bono.

Fusilar como forma de tomar el pelo a tus seguidores

Copy paste
Dicho esto, observo que existe en la red una intensa polémica sobre esa creciente pléyade de auto-denominados "expertos en Social Media" cuyo modelo de negocio consiste en 1) leer todo lo que encuentran sobre el tema en la web y de paso 2 ó 3 libros de autoayuda empresarial (de esos que prometen hacerte rico en 100 días trabajando media hora diaria) y 2) sobre la base de un blog, repetir ese mismo contenido…  Teniendo la precacución de poner la palabra "Marketing" bien grande en la parte superior del blog como reclamo (aunque no tengan muy claro lo que significa Marketing).  Este modelo observo que funciona como una especie de cooperativa donde la mayoría de estos "expertos" se copian, comentan, aplauden y promocionan entre sí.  

Esto es fusilar: amasar las ideas de otros y tejer un discurso que ni tú mismo entiendes porque está construido a base de retales inconexos.  Lo mismo que habrías escrito si hubieses podido copiar a saco durante 60 minutos seguidos en la Selectividad sin antes haber dedicado tiempo a estudiar.

No obstante, no cuestiono la ética de quien fusila lo que otro escribe (en la base ideológica de Internet está el no poner puertas al campo y divulgar el conocimiento).  Me consta que hay gente que toma trozos de mi blog y los replica tal cual en el suyo y gente que se ha inspirado en la web de mi empresa Pop Up Música para montar la suya.  No me molesta y hasta me parece un halago: demuestra que en algo estamos innovando si hay gente que lo valora tan positivamente.

Sin embargo, cuando uno quiere "cobrar" por un servicio experto, la cosa cambia.  Porque se presupone que debe ofrecer justamente eso: una experiencia contrastada, un know-how, un bagaje de trabajo y casos de éxito.  Si no podemos ofrecer un conocimiento especializado, ni realizar aportaciones propias, ni bajar a tierra con total realismo la teoría a lo que la cruda realidad de un negocio (un bar, una papelería, una peluquería…) necesita, entonces carecemso de legitimidad para pretender cobrar por ello.

Termino

Mi conclusión: me parece lícito, éticamente intachable, y totalmente recomendable tomar prestadas ideas de terceros.  Siempre que el tamiz de tu propio conocimiento y experiencia te permitan modificarlas, mejorarlas, complementarlas, añadirles matices que las hagan más accesibles.  Me parece bien tomarlas prestadas con orgullo y sin complejos.  Y creo que no debemos cabrearnos cuando alguien hace lo propio con nuestras ideas (el ego es también un enemigo del aprendizaje).

Pero creo que hay gente que se mete en el berenjenal de ofrecer consejos a diestro y siniestro sobre campos que no dominan.  No tengo duda respecto a su final: se les acaba notando y su credibilidad se derrumba. O como dice un proverbio africando "copiando a todos los demás todo el tiempo, un día el mono se cortó su propia garganta".

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Steve Jobs: «Si hoy fuese el último día de tu vida, ¿querrías hacer lo que vas a hacer hoy?»

Escribo estas líneas desde el evento Día de la persona emprendedora en Lorca (Murcia) donde acabo de presentar ante una sala muy nutrida de gente de todas las edades (espero que muchos, futuros empresarios), las ideas de mi libro Game Over: los 13 errores que me llevaron a cerrar mi empresa.

Cierro siempre mi presentación con esta breve ponencia de Steve Jobs en la Universidad de Stanford donde pone el dedo en la llaga, con un talento y una precisión que no alcanzaré jamás, en la gran moraleja de mi libro y de mi experiencia como empresario:  que debemos aprovechar nuestro tiempo en este mundo haciendo lo que realmente queremos hacer. Y que invertimos un trozo demasiado grande de nuestras vidas en nuestro trabajo como para tolerar que ese tiempo sólo nos genere insatisfacción.

Vivir angustiado por un trabajo que te ahoga o una empresa que hunde es simplemente intolerable.

 

Mientras hablaba de Jobs, una persona de la audiencia me dice que Jobs acaba de fallecer, poniendo fin a sus más de 10 años de batalla contra el cáncer.  Anoche llegué tardísimo a casa y no había tenido ocasión de ver la noticia en los medios.

Como os podéis imaginar, enterarme de repente de la noticia mientras 200 personas estaban escuchándome, no ha sido una sensación agradable.

No he estado nunca ni remotamente cerca de Jobs, ni siquiera soy un Apple-evangelista. Jamás he tenido un Mac y mi IPhone me falla tanto que si tuviese otro teléfono a mano lo tiraría por la ventana.

Pero estos minutos de vídeo que vi por primera vez hace ya cuatro años, me inspiraron a tirar la toalla de mi primer empresa.  Y es la mejor decisión que he tomado en mi vida.

Nada justifica el sufrimiento que provoca la frustración constante por un negocio que no funciona.  Nada te impide cerrar la puerta y cambiar de dirección.  Nadie que no haya tenido la valentía de intentarlo como tú tendrá derecho a selañarte con el dedo por haber fracasado. 

Tu futuro es tuyo. Todas las puertas están abiertas.  Todo depende de ti, mucho más de lo que crees.

Al conocer noticias como la muerte de Jobs, recordamos que lo primero es vivir y que todo lo demás (el trabajo, el dinero, y esa concepción tan relativista que tenemos sobre el éxito en Occidente) vienen mucho detrás.

Gracias, Steve.  D.E.P.

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Presentar bien es una ciencia, no un arte: Steve Jobs en 1984 y 2010.

Ayer estuve dando una clase de Presentaciones Eficaces a alumnos de último curso de Publicidad en la Escuela Superior de Publicidad.  Es un grupo muy bueno, al que conozco desde hace tiempo, y tengo la sensación de que aprendo de ellos al menos tanto como ellos de mí.

Ayer les mostré esta presentación (Steve Jobs con pelo desvelando el nuevo Macintosh en 1984):

 

Y luego esta otra que corresponde a la presentación del iPad 25 años después.  Steve Jobs ya sin pelo presenta su nuevo tablet:

Como habréis visto (si es que habéis aguantado hasta el final – realmente no hace falta para entender mi argumento), el primer vídeo finaliza con el mensaje "la magia de Steve Jobs". 

La magia es una completa mentira, la magia no existe.  Pero sí existe:

– El trabajo duro de planificación: a menudo pensamos que un ponente se juega las cartas en el rato fatídico en el que toma la palabra.  Esto es así, pero solo a medias.  Ese momento, si haces bien las cosas, debe suponer apenas la punta del iceberg (menos de un 20% de tu trabajo): donde tienes que remangarte y sudar es en la planificación previa, que es el 80% restante.  Debes de currarte rigurosamente los antecedentes de tu presentación (cuál es tu objetivo principal, qué quieres "cambiar" en ellos durante tu charla, quién es tu audiencia, qué expectativas tiene, dónde y cuándo tendrá lugar…), pero también la documentación y la estructura de lo que vas a decir.  Debes ensayar y obtener feedback de terceros.  O al menos grabarte en vídeo.

– La experiencia: entre ambas presentaciones media un cuarto de siglo durante el cual Jobs ha presentado otros productos tan singulares y aclamados como el iMac, iPod, iTunes o Iphone (ambos en sus distintas versiones).  Eso equivale a callo: mucho callo.  Y se nota.  Su segunda presentación es relajada, haciendo un mejor uso de los tiempos y las pausas y más cercana a la audiencia.

– La gestión eficaz de la presentación en curso: existen trucos y habilidades que te permitirán cumplir tus objetivos como orador, como profesor, como conferenciante o como presentador de un proyecto a un grupo de inversores.  Trucos como:

  • empezar haciendo reír a la audiencia,
  • engancharla desde el plano emocional buscando a un "malo de la película" (en este caso IBM),
  • ofrecerles una solución a sus problemas (en este caso el Macintosh y el Ipad),
  • utilizar adecuadamente ayudas (el propio iPad físico, mostrar producto, contenido audiovisual…), recuerda que lo que se experimenta se recuerda más que lo que se lee u oye,
  • interactuar con la audiencia con un tono y un lenguaje corporal activo pero relajado (apropiado al target) para transmitir honestidad, cercanía y al final, credibilidad.  Si puedes, no te refugies detrás de un atril,
  • empatizar con la audiencia: saber leer sus reacciones para acelerar, ralentizar, obtener feedback o incluso, por qué no ¡finalizar antes de lo previsto!

Es la misma persona, sólo que más mayor.  Y sin embargo son dos puestas en escena completamente diferentes.  Lo cual demuestra que no es necesario nacer con la retórica de un Cicerón para hablar en público.  Es posible aprender a base de trabajo, experiencia y pequeños habilidades.

Saludos irreverentes.

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El síndrome de Diógenes y el Branding.

El síndrome de Diógenes es un trastorno del comportamiento que suele afectar a personas mayores, que se aislan a sí mismas rodeadas de ingentes cantidades de basura.  Me encuentro en este post de Yorokobu con una cita atribuída a Steve Jobs: "deshazte de la mierda y céntrate sólo en lo mejor".

Diogenes Esto me recuerda a una empresa en la que impartí formación hace unos meses.  El principal argumento estratégico de la empresa consistía en desarrollar su volumen de negocio por medio de adquisiciones, acumulando decenas de marcas y cientos de productos en su cartera.  Acumulando mierda, hablando en plata.  Por cierto, nada que objetar al perfil de sus Brand Managers: gente joven, preparada e inquieta.  El problema está más arriba.

Sin dudarlo un segundo, cualquier consultor con cierta noción de Branding se cargaría las tres cuartas partes de su portafolio por las siguientes razones:

Solapamiento: la tentación de realizar interminables extensiones de marca (baratas y fáciles de llevar a cabo si las comparamos con el lanzamiento de una nueva enseña), estira horizontalmente la oferta de cada marca hasta el punto de solaparse/canibalizarse entre sí.  No es un ejemplo de esta empresa precisamente, (prefiero mantenerla en el anonimato) pero una marca de té frío que desarrollase su portafolio incluyendo una versión revitalizante podría hacerle la cama a cualquier marca hermana de bebidas energéticas.

Generan confusión en el consumidor porque sus marcas tienen posicionamientos borrosos.  Hoy son una cosa pero al día siguiente pueden ser algo muy distinto.  Resultado: desconfianza.  Si los clientes no entienden de qué narices vamos, poco importa lo que digan nuestros ADN de marca o nuestros Power Points.

El exceso de marcas depara una gestión ineficaz de las mismas: mismos recursos (humanos, tecnológicos, económicos) y más y más referencias para gestionar equivale a una gestión empobrecida. 

Dificultades en la negociación con la distribución: el hecho de tener más marcas para ofrecer al Carrefour de turno no implica necesariamente que logre impresionarles con mi volumen y me abran las puertas en las mejores condiciones.  Por mi experiencia, conseguir la implicación de un distribuidor requiere una oferta potente y fácil de entender que reporte a éste un rápido retorno de ventas.  Es más fácil conseguir esto con una sola marca diferenciada y relevante que con un gris batiburrillo de submarcas que jamás van a convencer a nadie.

Esta reflexión funciona exactamente igual si la aplicamos a la gestión de cualquier pequeño negocio o Pyme.  La recojo en el libro que acabo de publicar sobre el error empresarial:  si cuentas con recursos limitados, no intentes hacer malabares y mantener en el aire más bolas (más productos) de lo aconsejable.  Céntrate en lo mejor que tengas (algo bueno tendrás, ¿no?) y procura comunicarlo con concisión y consistencia: los resultados terminarán por llegar.

Así que limpia de mierda tu oferta y vivirás mejor porque tendrás:

a) más tiempo para trabajar mejor en lugar de correr improductivamente como un pollo sin cabeza,

b) un abanico más pequeño de buenos productos para dejar con la boca abierta a tus clientes.

Cuando Steve Jobs volvió a Apple en 1998 para hacerse cargo de un negocio deficitario y con un valor bursátil en mínimos históricos su primera tarea no fue lanzarse a desarrollar su portafolio de producto.  Sino todo lo contrario: redujo sus productos de 350 a 10.

Saludos irreverentes.

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5 consejos para no dormir a tu audiencia cuando hables en público (a mí me funcionan – creo :(

Hace unos días un amigo me pidió ayuda para preparar una presentación.  Estaba obsesionado con ponerse a escribir un power point.  La verdad es que no me extraña porque es lo que se ve por ahí.

Hace meses que no voy a una presentación, mesa redonda o ponencia de ningún tipo por prometedor que sea su contenido.  Casi todas me parecen un coñazo infumable.

Me atrevo a compartir con vosotros 5 trucos que aplico cuando tengo que hablar en público.  No os los vendo como "solución infalible" pero sí os digo que a mí me funcionan: os servirán para obtener una valoración muy superior a la media del resto de ponentes/profesores.

1.  ANTES DE PONERTE A ESCRIBIR, SIENTATE A PENSAR:  ¿quién es tu audiencia?, ¿qué objetivos tienes con respecto a ellos?, ¿qué reacciones quieres conseguir?: enseñar, informar, inspirar, persuadir… son retos diferentes que requieren presentaciones muy distintas.  Decidir qué vas a contar es siempre una función de la tipología de audiencia a la que te enfrentas y el efecto que quieres conseguir en ella.  Entre otras cosas deberías preguntarte si necesitas un Power Point.  Quizá puedas mostrar diferentes objetos al público para reforzar tus argumentos, o utilizar vídeo, audio… aprovéchate de las ventajas que ofrecen las tecnologías digitales.  El Power Point no es un mandatorio, es sólo un sofware que puede ayudarte.  Si contribuye a convertir tu historia en un pestiño, no lo uses.

Por cierto, nada mejor para descubrir si tu historia es un pestiño que hacer un ensayo en casa en pijama y zapatillas, con tu pareja de audiencia. 

2. Ahora que ya has decidido QUE vas a contar, puedes planificar CÓMO LO VAS A CONTAR.  Aplica la regla de oro de Steve Jobs: divide tu presentación en tres partes como si fuera una obra teatral.  Primero introduce el problema, el tema que reúne a tu audiencia en torno a ti.  Luego desarrolla el nudo, desmenuza el problema en todas sus aristas.  Finalmente el desenlace, la solución que aportas para el problema, y que es el principal valor añadido de tu intervención.  Si vas a hablar sobre la crisis inmobiliaria y tu audiencia son empresarios del sector, no divagues.  Para eso ya están los políticos.  Reserva la última parte de tu ponencia para apuntar soluciones prácticas.  Si vas a hablar sobre la caída de la eficacia publicitaria (es mi caso con bastante frecuencia), no te limites a mostrar cifras y lanzar mensajes apocalípticos.  Muestra posibles caminos a seguir, apuntando nuevas vías de relación entre marcas y consumidores.  Etcétera.

3. Aplica la CONOCIDA REGLA DE Guy Kawasaki (curiosamente, otro ex-empleado de Apple): 10/20/30 (10 diapositivas, 20 minutos máximo, 30 tamaño mínimo del font en pantalla).  Aquí te lo explica él mismo:

 

La idea es bien sencilla: no te alargues más allá de lo necesario.  Vivimos en un mundo hipersaturado de información.  Se supone que lo que quieres es calar en tu audiencia, inspirarles y movilizarles de alguna manera.  El mejor modo de conseguir esto no es alargar la presentación para mostrarles tu admirable dominio en la materia.  Para eso ya están los catedráticos de la vieja escuela.  El mejor modo es acortarla al máximo, poniendo el acento en las ideas clave: con 10 diapositivas se pueden contar 10 ideas.  Es un montón.  En 20 minutos se puede contar una historia compleja sin problemas.  Con textos grandes conseguirás fijar la atención y autodisciplinarte a escribir poco.

4. ¿Ya tienes tu presentación?  Pues imprime una copia, coge un rotulador rojo y CARGATE LA MITAD DEL TEXTO, COMO MINIMO.  Seguro que eres capaz de resumir, y tu audiencia te lo agradecerá.  Como dice Kawasaki en el vídeo con notable sentido común, si tu audiencia lee las diapositivas más rápido de lo que tú eres capaz de transmitirles ideas, tienes un problema.  Les dejarás una pobre impresión y no lograrás contagiarles tus ideas.

5. Ok, si llegas a este punto ya debes tener una presentación cuasi-telegráfica.  Aquí te recomiendo un segundo ejercicio de síntesis.  CONSIDERA CADA DIAPOSITIVA INDIVIDUALMENTE.  Si el texto es susceptible de ser sustituido por una imagen, un vídeo, una caracterización o ejercicio de role play con la audiencia, ni te lo pienses:  cárgate el texto.  No temas que la gente no se involucre.  Puede que si no tienes mucha experiencia en esto de hablar en público, al principio te cueste que colaboren, pero si eres capaz de reírte un poco de ti mismo eliminarás barreras con la audiencia y se mostrarán dispuestos a participar. 

En definitiva, si quieres que tu audiencia recuerde lo que les estás contando, MINIMIZA EL TEXTO Y MAXIMIZA LA EXPERIENCIA: el valor neto que se van a llevar en sus cabezas cuando salgan de la sala, RESTANDO LAS IRRELEVANCIAS DE LA "CHICHA".  Según el cono de Dale, un modelo sociológico del que ya he hablado en algún post, lo que se ve y se experimenta personalmente se recuerda el doble de lo que se lee. 


Cono dale

Saludos irreverentes.  Y buena suerte con las presentaciones.

P.S.  Os recomiendo este libro que leí hace tiempo con algunos secretos de cómo Steve Jobs presenta.

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Mi experiencia (REAL) de usar iPhone vs otro teléfono inteligente

Anteayer escribí sobre el trabajo pionero de Steve Jobs en Apple desde 1984.  Alguien me ha comentado que no me imaginaba como un applecreyente.

No lo soy.

Si bien creo que hay que subrayar las muchas aportaciones de la empresa de Steve Jobs a la humanización y universalización de la informática, puedo ser crítico con una experiencia de consumo.  Como a continuación.

Hasta hace un mes tenía un Samsung como el de la foto que conseguí con mis puntos de Orange.  Estaba encantado con él:  era ligero, rápido y sobre todo -algo que valoro por encima de todo como autónomo errante que se pelea a diario con muchos dispositivos portátiles- muy intuitivo.  Prácticamente desde el primer día podías usarlo sin errores.

Un día, haciendo tiempo para dar una clase en IART, me tomaba un café en Gran Vía (un enclave estupendo para visitar pero también idóneo para que te roben) cuando me lo mangaron.  Historias de hurtos a parte, como Orange evidentemente escurrió el bulto (ni siquiera me dejaban usar mis puntos para conseguir otro móvil – una cagada más que añadir al escaso talento de las operadoras de telefonía móvil para fidelizar a sus clientes), me vi obligado a conseguir un móvil libre.

Por medio de un buen amigo connseguí un IPhone que llevo usando desde hace 10 días. 

Cosas con las que estoy satisfecho:  sirve para hablar por teléfono y para hacer fotos.  Pero esto es como el valor en el ejército: se presupone, ¿no?

Imagen1 

Cosas con las que NO estoy satisfecho:

Pesa significativamente más que el Samsung: puede que llevar el móvil en el bolsillo del pantalón sea malo para mi fertilidad, pero no tengo otro sitio donde llevarlo así que prefiero que no pese como un ladrillo.

– En mi experiencia personal -subjetiva naturalmente-, la usabilidad es bastante peor que la de mi Samsung.  Tardas más en hacerte con el interfaz, cometes muchos errores y el teclado digital es infumable.

– Por mi actividad como blogger y me trabajo en Pop Up, frecuentemente necesito grabar vídeos.  Para poder hacer eso con el IPhone debo bajarme un software primero.  No dudo que la tarea debe ser muy sencilla pero de momento ni siquiera he conseguido conectarme con el teléfono al wi-fi de casa.  Seré torpe.

Sin embargo el IPhone se vende como churros, hasta el punto de haber multiplicado la rentabilidad de su fabricante, Apple, por dos en el segundo semestre de 2009.  Me pregunto si la única respuesta es su componente de diseño, ese aura de cosa tecnológica, sofisticada y glamurosa que lleva a alguien a gastarse 1.300 euros en un Mac cuando un PC de similar rendimiento vale la mitad.

Opino que el éxito de Apple se explica por la diferenciación, por el carácter mítico de la marca anclado en nuestras mentes como un sinónimo de exclusividad en el campo de la tecnología desde hace un cuarto de siglo.

Por mi experiencia personal he llegado a la conclusión de que el IPhone debe tener multitud de sustitutos perfectos en otras marcas como Nokia, Samsung, Sony Ericsson…, sin embargo cientos de miles de consumidores no lo perciben así.  Por eso están dispuestos a pagar un sobreprecio por un producto que técnicamente puede que no te dé mucho más que su competencia.

En mi opinión la culpa de que esto sea así no es de Apple.  Me parece injusto acusarles de sectáreos del frikismo, de imanes del diseño inútil… 

Creo más justo acusar de falta de olfato estratégico a sus competidores, porque en lugar de buscar sus propios territorios de diferenciación, llevan años intentando atacar a Apple con sus mismas armas (diseño, funcionalidad, valor de marca…).  Aplicando estrategias de follower de libro, siguiendo hipnotizados los códigos de Apple, imitando su lenguaje, tu tono, incluso su enfoque de diseño.

Ya que si quieren ser los mejores en el mercado de la telefonía móvil, lo llevan crudo, al menos podrían intentar ser diferentes.

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Jobs certifica el fin de la era PC

Jobs

Leo un artículo en prensa con este controvertido titular que habla sobre la intervención del mandamás de Apple en un popular evento de nuevas tecnologías celebrado en la capital mundial de la informática, California.

Jobs opina que la migración de los PC´s de sobremesa a las tabletas digitales es inevitable.  Concibe los ordenadores de sobremesa como grandes dinosaurios que permanecerán en nuestros hogares y nuestras oficinas.  Pero en la medida que las ventajas de equipos más flexibles, portátiles y manejables cojan arraigo entre los usuarios más innovadores, los dinosaurios serán utilizados sólo por un pequeño grupo de individuos rezagados.

Jobs basa esta afirmación en sus 3 grandes victorias anteriores al frente de Apple, 3 grandes innovaciones que han marcado el desarrollo de la informática en el último cuarto de siglo.  Nadie negará que Jobs ha estado muy activo en estos años:

Lideró el lanzamiento en 1984 del revolucionario interfaz de Apple (el estándar mundial de sistema operativo Windows de Microsoft fue en sus orígenes una mera copia de aquel).  Hasta entonces los usuarios de informática lidiábamos con programas terribles que requerían tener el manual al lado como Wordperfect, Wordstar, DBase o Quattro.

Lideró el éxito en 2001 de iPod, que si bien no fue el primer reproductor de mp3 del mundo, sí es el que casi una década después de su lanzamiento consigue vender más de 20 millones de unidades cada Navidad. 

Lideró el éxito de iPhone, que ha acelerado la convergencia de dispositivos permitiendo a los consumidores centralizar en el teléfono todas las funciones que empiezan a ser imprescindibles en nuestro día a día: el teléfono, internet, la fotografía y el vídeo.

También me han interesado los fogonazos de indignación del algunos lectores del diario que en sus comentarios acusan a Steve Jobs de vender diseño glamuroso e insustancial, de plagiar a su competencia, de sacarnos la sangre -o intentarlo- cobrando por el software y las canciones en iTunes, hasta de frikismo…

Uno de estos lectores argumenta que la tecnología no ha hecho desaparecer a los destornilladores y que los viejos PC´s tampoco desaparecerán.  Estoy parcialmente de acuerdo.   Es verdad que en mi caja de la herramienta que no uso nunca (pero es un signo de masculinidad de los pocos que nos quedan a los hombres en el hogar conyugal ;) , sí hay destornilladores de los de siempre.  Pero también uno de esos con puntas de imán que facilita el trabajo.  Y si tuviese un poco más de interés tendría uno de esos destornilladores eléctricos…

Los dinosaurios seguirán en la caja de herramientas (ocupando además un montón de espacio), pero poco a poco dejaremos de hacerles caso, si nuevos dispositivos nos permiten hacer lo que queremos hacer (leer, ver, oir contenidos on-line, divulgarlos, editarlos, comunicarnos con los demás y desarrollar nuestro propio contenido) de un modo más sencillo, práctico y libre.

¿Qué hacemos? ¿Defenestramos a Jobs o le ponemos una estatua en el parque?

Saludos irreverentes.

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JAVIER CLEMENTE O EL UNICO LIDERAZGO POSIBLE

Javier-clemente 
El siempre discutido entrenador de fútbol Javier Clemente cogió hace quince días las riendas de un Real Valladolid entonces casi deshauciado a bajar a Segunda División. 

En tres jornadas de liga con Clemente al mando, el Valladolid ha conseguido dos victorias y un empate, que le permiten situarse a un paso de la salvación.  Dicho lo cual, este post no va de fútbol sino de liderazgo.

Pienso en Javier Clemente, con ese rictus agrio, tenso y airado con los hinchas, con los jugadores y sobre todo con la prensa.  Y me pregunto qué tipo de magia negra habrá aplicado en el vestuario para conseguir que la frustración se haya convertido en ambición y la pasividad sobre el terreno de juego, en furia desatada.

Recientemente he tenido que revisar la literatura sobre liderazgo para una de las clases que imparto en ESDEN, y he llegado a la descorazonadora conclusión de que los distintos modelos están más orientados a vender libros que a aclarar de verdad lo que es un líder.

Y es que nadie se pone de acuerdo sobre si un líder es:

– un ser genéticamente dotado para inspirar a los otros (como Ghandi),

– alguien que atiende las necesidades emocionales de su equipo (como Jesús de Nazareth),

– alguien que se orienta a la consecución de los objetivos (como Steve Jobs),

- o guien que impone su autoridad por encima de todo (como Hugo Chávez).

Y la verdad, ninguno de esos modelos explican como alguien tan aparentemente poco dotado de inteligencia emocional consigue armar un equipo aguerrido que mejora su rendimiento radicalmente en cuestión de horas.

Sí me parece útil el enfoque de Hersey y Blanchard, que apuntaban que el líder es alguien que sabe leer las circunstancias y adaptarse a ellas.  Es decir, el verdadero líder no es blanco ni negro, no es un tirano ni tampoco un santo, es lo que hay que ser en cada momento.  Como dicen los ingleses, tan hábiles ellos en explicar en dos palabras lo que a los latinos nos cuesta horas expresar:  "the carrot and the stick".

He resumido la idea en este cuadro

1. Clemente llega a un Valladolid desarmado y con la moral por los suelos.  Debe asumir el mando dando las órdenes más básicas y definiendo con detalle los papeles y deberes de cada uno dentro del equipo. 

2. Con el tiempo, habrá de ir implicando al vestuario, haciendo aceptar uno por uno a los jugadores que esas normas son buenas para ellos mismos. 

3. Más adelante irá permitiendo la participación y admitiendo las sugerencias de los jugadores

4. Por último, si efectivamente el año que viene siguen en Primera, incrementará su nivel de delegación, aumentando por ejemplo la autoridad de los capitanes de la plantilla y sosteniendo un diálogo más fluído a todos los niveles.

HERSEY BLANCHARD 
Tiene sentido, ¿no?  Saludos irreverentes.