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Por qué la ESTRATEGIA es HOY más importante que nunca para tu marca

Cuando todos queremos convertir a nuestra marca en Gangnam Style: ¡peligro!

Hoy comparto con vosotros una reflexión muy breve que estoy desarrollando más a fondo en el nuevo libro: #NEOPUBLI.

Esto de comunicar una marca por medio de contenidos se ha puesto de moda.  En una reciente mesa redonda con un ex-directivo de una gran central de medios (no sé si lo de "ex" tiene que ver con sus pintorescas ideas, él sabrá…), escuché que "para comunicar por medio de contenidos no es necesario producir, basta servirse de un contenido exitoso que ya está en la red: por ejemplo, Gangnam Style".

Curiosa afirmación. En una era en la que la audiencia apenas se queda con la copla de un 2% de los impactos que le llegan, ¿lo mejor que se nos ocurre es meter nuestro logo o nuestro producto en un contenido que ya existe, y que está absolutamente dominado por el amigo PSY?  ¿Dónde meterías tú el logo???

 

Desde luego que cualquiera podría lanzarse, con el objetivo de generar reproducciones, a producir vídeos graciosos de gatitos o bebés.  Y efectivamente, puede que así consiguieses un montón de reproducciones, y un montón de seguidores.   Pero el problema es que incluso si alcanzases este objetivo, eso no es suficiente.  

La palabra clave no es creatividad ni tecnología.  Es ESTRATEGIA

Dedicarte a petar el contador de reproducciones con tus vídeos de gatitos efectivamente puede no ser suficiente por dos motivos muy claros, y tan importantes que deberíamos tenerlos marcados a fuego en la mente cada vez que desarrollamos una estrategia de comunicación: 

  1. Si la audiencia no es capaz de reconocer a la marca que está detrás de un contenido, éste no tendrá efecto alguno sobre su empatía con la marca o su intención de compra. 
  2. Si además de ese reconocimiento, el contenido no contribuye a mostrar a la audiencia cuál es el posicionamiento de la marca, en qué es diferente y en definitiva, cuál es el valor que aporta, no tendremos ninguna posibilidad de lograr lo que buscamos.  Que es construir una tribu de fans fieles alrededor de esa marca.

Así que dejémonos de oportunismos y abordemos con responsabilidad lo que de verdad importa: cómo conseguir que una marca apueste por un espacio propio que se pueda contar de un modo relevante y útil al usuario.

3 retos para comunicar una marca hoy día

Conseguir la atención (y no digamos el interés) del consumidor, es algo sumamente complicado.  Construir una relación a largo plazo requiere inevitablemente de lo siguiente:

  • Mantener tu foco apostando por un territorio de marca.  Definir un territorio para tu marca equivale a buscar un contexto para todo aquello que vayas a contar. Delimitar, si prefieres llamarlo así, un universo propio que tu audiencia sea capaz de identificar en cada contacto con la marca.  Igual que eres capaz de identificar un personaje, un lugar, y hasta un vestuario o un objeto procedente de La guerra de las galaxias, tu aspiración debería ser conseguir eso mismo con tu marca.
  • Comunicar con consistencia este mismo territorio en todo lo que haces.  Independientemente de que quien comunique sea un empleado de la marca (como un teleoperador), un vídeo, un artículo en un post, un PLV en el punto de venta o el propio producto.
  • Continuidad: no cejar en tu empeño.  Cuando una marca juega a comunicar su voz a través de contenidos propios, se convierte en un medio.  Y esto requiere cambiar el chip de forma radical.  Y ponerse en los zapatos, por ejemplo, de Pedro J Ramírez fundando su nuevo diario.  ¿Alguien piensa que su tarea de atraer a una audiencia de forma recurrente es sencilla?  ¿Qué lo conseguirá de forma instantánea gracias a su larga experiencia con periodista?  La experiencia nos dice que no: que le espera un largo y tortuoso camino en el ámbito financiero y editorial.  Si esto es así, imaginaos la perseverancia que debe tener una marca cuyo hábitat natural no es precisamente tener una voz propia sino todo lo contrario: abrirse paso con impactos fugaces (anuncios) entre el contenido de los demás.

Saludos a todos.

 

 

 

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¿Qué debo hacer para que no me abandones?

La pregunta del millón de euros: cómo conseguir taponar la sangría de clientes que inevitablemente me abandonan cada mes.  Alrededor de ellos, un montón de ofertas quizá más pertinentes, más atractivas y actuales.  Ya que las herramientas tradicionales de captación de nuevos clientes (con la publicidad al frente) son cada vez menos eficaces, parece oportuno hacer un esfuerzo por retener a los clientes más afines para no tener que vernos obligados a sustituirlos continuamente por clientes nuevos (este es el juego constante de las operadoras de telefonía).

El modelo más conocido para entender la evolución de la relación entre una marca y sus clientes es el embudo de fidelidad.  En él, se considera la fidelización como un proceso lineal: primero conoces una marca, luego te aproximas a ella, la pruebas y la incorporas a tu repertorio, así hasta que sólo confías en ella.  Y en ninguna otra. 

Lo que más me interesó el modelo del embudo cuando me lo contó un guiri en la central europea de Grey hace casi diez años, fue la idea de focalizar la inversión de la marca solamente en aquellas etapas y grupos de clientes donde va a ser más efectiva.  Así, si tenemos un atasco en "prueba" (e.d. todo el mundo nos conoce e incluso tenemos un elevado nivel de likeability pero no llegan a probarnos) deberemos investigar si tenemos un problema de distribución, si nuestra presencia en el lineal es peor que la de la competencia o la actividad promocional de esta última decanta la decisión en su favor en ese último minuto crucial de la compra.  Por el contrario, si muchos clientes ya nos han probado y consideran nuestra marca dentro de su repertorio (esas dos o tres marcas aceptables de whisky que estaríamos dispuestos a aceptar si nuestra marca favorita no está disponible), pero no la priorizan, quizá debamos invertir en fidelidad: gratificar su confianza para estimularles hacia la última etapa del embudo. 

Simple y claro.

EMBUDO SIMPLIFICADO 
Recientemente, un grupo de consultores de McKinsey han parido su propio esquema del proceso de fidelización. Lo han bautizado como "Consumer Decision Journey".

Lo que ya no sé es si ha sido en ánimo de simplificarnos la vida a los que trabajamos en esto del marketing o por el contrario (como es uso común en tantos autores de marketing) para hacerse autopromoción y vender libros.

Después de estudiar en 20.000 clientes en 3 continentes, el grupo de McKinsey desarolló el gráfico que veis más abajo, que ya no es un modelo lineal sino cíclico y que debéis comenzar a leer desde la izquierda:

1. Todo cliente, en el momento de tomar una decisión de compra, parte de un "set" o conjunto de marcas de las cuales tiene una consideración inicial.  Si no estás entre ellas, estás jxxxxx (según McKinsey, 3 veces más jxxxxx que si formas parte del set).

2. A continuación viene el proceso de evaluación activa que tiene lugar cuando vemos publicidad, cuando compramos, cuando hablamos con terceros, cuando pululamos por internet…

3. El momento de compra.

4. La evaluación post-compra que puede consolidar mi relación con la marca o, si ésta me decepciona, romperla para siempre.

5. Y aquí es donde viene la nueva aportación del modelo: el proceso no finaliza sino que recomienza tras la compra.  El cliente vuelve a reevaluar sus opciones en el contexto de la compra realizada y el set de marcas tomará muy probablemente una forma distinta.

Mckinsey 

Existirían así dos tipos de lealtades: la activa, cuando el cliente se convierte en un evangelista y la pasiva, cuando la experiencia de compra no ha sido totalmente satisfactoria y el cliente sigue abierto a los cantos de sirena de otras marcas.  El punto de venta obviamente cobra una importancia brutal durante el nuevo proceso de evaluación activa.  Al igual que las recomendaciones de terceros (según el estudio, dos tercios de los puntos de contacto de la marca con sus clientes en las sucesivas fases de evaluación proceden de esta fuente).

Personalmente, seguiré utilizando más el modelo antiguo del embudo.  Un esquema o gráfico como estos ha de servir para ayudarnos a simplificar y entender mejor las realidades del mercado.  ¿Pensáis que la aportación de McKinsey lo consigue o es "mucho ruido para pocas nueces"?

Saludos a todos.