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La publicidad es para vender: David Ogilvy dixit, 1960.

Siempre me ha fascinado la figura de David Ogilvy, el legendario publicitario. 

A diferencia de todos los demás publicitarios de su época que aún hoy dan nombre a decenas de agencias que se tambalean por el mercado, fue capaz de hacer un juicio visionario de la profesión.  Mientras, los demás se sentaban sobre sus millones a rodar el mismo spot una y otra vez.

Ha pasado medio siglo.  La publicidad no funciona y los millones han volado.  Con lo que sus palabras cobran más relevancia que nunca.  Los siete minutos que dura este vídeo donde Ogilvy nos da su visión sobre la profesión publicitaria pueden parecer mucho tiempo pero merece la pena si trabajáis en algo relacionado con la comunicación, creedme.  Aquí va:

Si bien el marketing directo (con su principio básico de enviar al destinatario un mensaje quizá individualizado pero que no me ha pedido) está igual de tocado de muerte que la publicidad convencional, sus argumentos subyacentes me sirven:

La publicidad es para vender: si no, ¿para qué invertimos en ella?

La publicidad "general" como él la llama, ha de fundirse forzosamente con el resto de disciplinas: ¿qué sentido tiene considerar a la publicidad como un mundo a parte de, por ejemplo, las redes sociales?, ¿no estamos hablando al final de relacionar a una marca con sus consumidores?  En tal caso lo que importa es el fin (el contacto) y lo que contamos (el mensaje) no el medio donde le contactemos.

El copy informativo está llamado a sustituir al copy retórico y literario.  ¿Acaso la retórica nos va a permitir abrirnos paso entre los 5.000 impactos publicitarios que llega a recibir un ciudadano de una gran urbe?

No puedo estar más de acuerdo con su idea de poner a todo creativo fundamentalista a vender enciclopedias, cosméticos, lo que sea… puerta a puerta, para hacerles tomar conciencia de lo difícil que es y cómo puede conseguirse.

¿Qué opináis?

Imagino que no es un asunto que os vaya a dejar indiferentes a muchos de vosotros…

No content = No brand.  Saludos.

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Aplauso para Pikolín: ¡esto sí es una marca con contenido!

Acustica

Viendo el Telediario de Cuatro, me encuentro con un breve reportaje sobre un experimento a cerca del efecto del ruido sobre el sueño.  Un voluntario se somete a un experimento en el que debe intentar conciliar el sueño en una de las zonas más ruidosas de Madrid (Nuevos Ministerios). Su cama está en un pequeño espacio tuneado con logos de Pikolín hasta arriba.

Calculo que este contenido habrá llegado fácilmente a un millón de televidentes en toda España, (y llegará a más en cuanto salga en los Telediarios de las otras cadenas), de modo suave y no intrusivo.  Un doctor explicaba los efectos del ruido sobre el descanso así como la metodología del estudio. 

Este experimento sucede a uno anterior en el que Pikolín insonorizó un edificio real de Madrid al objeto de demostrar las ventajas para el sueño de un entorno acústico soportable.

Se trata de la "campaña por la salud acústica" un inteligente acción con la que Pikolín consigue:

  • Desarrollar sus raíces de marca en el terreno de lo emocional.  Una marca de colchones hoy día ya no puede sostener su ventaja competitiva en un atributo racional de tipo tecnológico.
  • Subrayar su expertise como empresa que te permite conciliar el sueño en las mejores condiciones posibles.
  • Asociarse con una tendencia emergente como la eco-consciencia, un filón de futuro para las marcas que sepan aproximarse a él creíblemente y sin parecer oportunistas.
  • Y sobre todo, dotarse de un contenido interesante y útil: la mejor prueba de ello es que los saturadísimos Telediarios donde todo el mundo quiere entrar sin pagar, le den cabida a Pikolín.

En este link podéis ver todo el histórico publicitario de la marca, que ha evolucionado desde un posicionamiento centrado en aspectos técnicos (2006: firmeza adaptable) a uno claramente emocional (primero "el colchón solidario" en 2007 y ahora centrado en lo medioambiental).

Bien planteado, un diez para Pikolín y un ejemplo interesante para que muchas otras marcas aprendan.

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negocios

Vueling: lo que pudo haber sido y no fue

Imagínate que tienes una hermana pequeña, aquella a la que siempre tratas de orientar y proteger.  Te cuenta que está empezando a salir con alguien y te pone a esta persona muy, muy bien.  Te habla de alguien honesto, cercano, generoso, que jamás te contará una mentira, que se interesará por ti y te mostrará su afecto.  Alguien, en definitiva, que todo el mundo quisiera tener a su lado.

Tus expectativas sobre su novio obviamente serán tan grandes como la insistencia con la que tu hermana te hable bien de ella. Imagínate ahora que una noche le conoces.  Compruebas que es una persona joven y dinámica como te habían contado, pero a medida que la noche avanza te vas dando cuenta de que por dentro no es lo que parece.  Se escaquea cada vez que hay que pagar e incluso al final se atreve a pedirte dinero para tabaco.

Decepción, ¿no? 

Pues lo mismo me pasó el martes pasado con Vueling.  La historia que me ha llegado de Vueling (su posicionamiento) es bastante agraciado: una marca low cost joven y divertida, que me hará sentir bien porque me dará un servicio aceptable a un precio muy bueno.

Vueling

El gap de valor entre su promesa y su desempeño va in crescendo desde que entro en su web a reservar el billete:

  • Al reservar el billete, su interfaz de usuario va revelando una serie de costes ocultos que jamás había visto ni en Ryan Air (que se supone que es el paradigma de aerolínea que regala los billetes para luego cobrarte por servicios añadidos), hasta el punto de que me cobran por reservar asiento on line y por imprimir mi tarjeta de embarque anticipadamente.  Es el mundo al revés: me cobran por una gestión con la que les ahorro un coste de personal.  El resultado es que el precio total del billete duplica la oferta inicial que me salía en su buscador.  De coña.
  • Las comunicaciones electrónicas que recibo de ellos en los días previos al vuelo no están orientadas a agradecerme la compra (encuentro que podrían gratificar mi primera compra con distintos tipos de recompensas electrónicas a un coste casi cero) sino a facturar más (me ofrecen pagar por todo tipo de servicios que en una aerolínea siempre han sido gratuitos, como sentarme más adelante o, de nuevo, hacer check in digital).  ¿No se supone que una low cost precisamente suprime costes superfluos?  Estos son más listos porque lo hacen al revés.
  • Llego al aeropuerto y, debido a un error en la emisión del billete, debo adquirir otro nuevo.  Llego a su oficina de venta en la T4 y sin mostrar la más mínima empatía conmigo, lo único que me ofrecen es adquirir otro billete.  Como no puedo permitirme el lujo de no volar, saco la tarjeta de crédito y decido que ya reclamaré.  Comienzo a pensar que me ven como un cajero automático.
  • Como me he tenido que levantar a las 6 de la mañana, no me ha dado tiempo a desayunar y me apetece un café.  Miro en la carta y el precio de un café y una tostada son cinco euros.  No es por los cinco euros, sino por las pocas ganas de darles un céntimo más, pero paso…

En suma: cuando en un mercado sobresaturado de oferta consigo que un cliente se acerque a mí, he conseguido quizá la parte más difícil.  Abrirme paso.  A partir de aquí, debo aportarle suficiente valor como para que la experiencia sea positiva y vuelva a mí en futuras ocasiones.  La experiencia es tan importante (el punto de venta – en este caso la aeronave, el punto de prestación del servicio) que se ha dado en llamar el "tercer lugar" (el hogar sería el primero y el trabajo el segundo), allí donde nuestra convivencia con las marcas de intensifica.  Por eso me decepciona tanto que Vueling invierta indiscriminadamente en captación (anuncios en TV, en revistas, en Internet, acciones no convencionales) y cuando por fin consigue que me preste a "salir con ellos", me decepcione tan profundamente en la primera cita.

Si voy a establecer una relación con alguien, igual si es una persona que si es una marca, lo primero que le demando es consistencia: que muestre siempre el mismo rostro.  No otorgaré mi confianza a una aerolínea que muestra una pose sonriente y accesible y luego se obsesiona con sablearme desde el momento mismo en que me acerco.

El territorio de una marca es importante y su contenido (el conjunto de mensajes útiles de marca que intentamos hacer llegas a los clientes también lo es).  Pero los marketinianos, obsesionados por el culto a la imagen de marca, tienden (tendemos) a olvidar que lo importante no es la película que contamos sino lo que el cliente infiere al ver nuestra película.  Y en ese punto la experiencia de consumo es crucial.

Yo le recomendaría a Vueling que si quiere salir a flote, dejar atrás para siempre los números rojos y afianzar relaciones de verdadera fidelidad con sus clientes, se preocupe menos de trincar unos céntimos o unos euros a cada pasajero, y más por gratificarle. El éxito comercial de una marca, da igual la categoría o el segmento del que hablemos, siempre pasa por cortar la sangría de "infieles" que nos abandonan: clientes en cuya captación habremos invertido miles y miles de euros, que quizá nos han probado pero que si no vuelven, nos obligarán a seguir invirtiendo más y más en publicidad y promoción para sutituirles por nuevos clientes.

Ya me gustaría que me hubieran hecho sentir especial (como una persona), y no sableado (como un ser impersonal que simplemente tiene euros en los bolsillos).

Lástima de lo que pudo haber sido y no fue.  Esta marca y yo jamás seremos novios.

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branded content otros libros

Si te interesa esto del contenido de marca, te interesará este libro.

Hace unos meses publiqué un post sobre un libro que me hizo interesarme mucho por esto del Brand Content.  Se trata de este libro obra de Joe Pulizzi y Newt Barrett, dos especialistas norteamericanos en un campo que está todavía muy verde por estos lares.

Get content

Desde siempre las marcas se han relacionado con sus clientes mediante mensajes unidireccionales y masivos, primando la repetición con el mínimo coste posible.  Antaño la cosa funcionaba.  La demanda superaba la oferta y los consumidores caíamos hipnotizados en las redes de aquellas fascinantes marcas que nos tentaban con sus discursos de superioridad.

Pero los consumidores nos hemos vuelto, francamente, unos cabronazos. Hoy un consumidor es un ser informado, exigente y con la capacidad de detectar y esquivar una interrupción publicitaria.  Puede comprar un DVR que bloquee y elimine los cortes publicitarios.  Puede buscar su serie favorita en Internet en lugar de esperar a que la pasen en TV.  Puede optar a una amplísima variedad de canales especializados en cable o vía satélite. 

Lo que el consumidor necesita para hacer más sencilla su tarea de enfrentarse a un hipermercado repleto de 40.000 referencias indiferenciadas es que le ayudemos a elegir.

¿Cómo?  Identificando qué información necesita y facilitándosela de manera no intrusiva.  Al contribuir a "educarle" o entretenerle y permitirle comprar mejor, estaremos más cerca de adquirir su confianza. 

El contenido puede ser todo esto:

  • consejos prácticos que demuestren nuestro expertise, como es el caso de Mi Special K de Kellogg´s,
  • revistas impresas o digitales como la de Eroski que no intentan vender los productos del hiper, sino ayudar a los clientes a consumir mejor, en un sentido general,
  • comunidades 2.0 como Home Made Simple de Procter,
  • aplicaciones o juegos como éste de Rexona for men,
  • podcasts como los de Ikea,
  • o vídeo on-line como el de esta marca ¡de sartenes!

La idea es siempre la misma: invertir en el consumidor antes de esperar recibir nada de él.  Si con ello conseguimos empatizar con él, se producirá automáticamente un efecto agradecimiento y las ventas llegarán.

Si tu marca está vacía, si no aporta un contenido, no se acercará a sus clientes. Y sin clientes, no hay marca.

 

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Nuevos tiempos, nuevos consumidores, nuevas marcas. ¿Es esto una revolución o no?

Supongo que cada vez que leéis o escucháis algo sobre el momento que atraviesa la relación entre marcas y consumidores, os encontráis con la palabra "revolución".

A veces me lanzo y yo mismo utilizo ese mismo término, e invariablemente, si tengo cerca a algún publicitario o marketiniano susceptible, invocan el statu quo de la industria (a mi marca los anuncios sí le funcionan, siempre lo hemos hecho así…) y me responden que lo que está sucediendo es una mera evolución en la manera de hacer las cosas.  Es normal, la actitud natural de las personas hacia el cambio es resistirlo. 

Yo no me resisto, pero no tiene mérito.  Puedo hablar del cambio porque soy un outsider.  Si siguiese currando en una agencia de publicidad, probablemente no estaría escribiendo un blog, para empezar.

Aunque estas disquisiciones etimológicas habitualmente me aburren, esta vez me he metido en la página de la Real Academia para consultar la definición de "revolución".  Y esto es lo que he encontrado: 

Revolución rae

 

 

 

 

La verdad es que me encaja a la perfección con lo que está pasando a nuestro alrededor, sí hay una revuelta (la de los consumidores que huyen de la publicidad que no les aporta nada) y sí hay un cambio rápido y profundo. Internet apenas llega a un 55% de los hogares españoles y sin embargo ya pasamos más horas intercambiando activamente información en internet que viendo pasivamente la televisión. Revolución

Este gráfico que utilizo mucho en mis clases, me sirve para argumentar la profundidad del cambio.  

  • Por primera vez desde que la publicidad aparece a principios del siglo XX, sus destinatarios podemos contestar, opinar y debatir.
  • Por primera vez un consumidor puede escoger qué mensajes quiere recibir (pull) en lugar de consumir pasivamente a lo que le envía un tercero (push).
  • Por primera vez el receptor clásico de los mensajes publicitarios (el consumidor) puede emitir sus propios mensajes.
  • Por primera vez una marca va a invertir en los clientes (en fidelidad) y no en los anuncios (en captación indiscriminada).
  • Por primera vez un anunciante se da cuenta de que interrumpiendo a su cliente no va a conseguir despertar su atención y desarrollar su empatía, así que tendrá que solicitar su permiso previamente.
  • Por primera vez la publicidad tomará la forma de un contenido útil al destinatario (consejos prácticos, entretenimiento…) en lugar de tomar la forma de una versión exagerada y edulcorada del produto anunciado.
  • Por primera vez el mercado deja de ser un término de los marketinianos, vacío e impersonal.  El mercado es un conjunto de personas a las que queremos convertir poco a poco en fans de nuestra marca.

Todo cambia: el qué, el cuándo, el cómo y el dónde y el por qué.  Sinceramente, ¿os parece poca revolución?

Me hace gracia que ciertos neo-especialistas en Social Media se autoproclamen abanderados de este proceso.  Si bien tiene su hipocentro en el poder que las nuevas tecnologías otorgan al consumidor, la nueva relación entre marcas y consumidores no se desarrolla sólo en Internet.  Esto no va a ir de desarrollar páginas de fans en Facebook.  Va de escuchar a los nuevos consumidores y a sus comunidades, aprender e integrar a las marcas en ellas de forma natural.

Y por encima de todo, me hace gracia que algunos se aferren al viejo spot de treinta segundos con más miedo a perder sus poltronas que argumentos reales.

Son buenas noticias, no malas.  Todo el mundo sale beneficiado: los consumidores porque participamos.  Y las marcas porque si se ponen las pilas pueden integrarse en un modelo más transparente y por lo tanto, más sostenible.

 

 

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Digo adiós a mi blog… y recomienzo.

Hace año y medio que me puse a esto de bloguear.

Hay gente que me pregunta por qué lo hago.  Tengo 3 motivos:

  • VOCACION. Escribir es la única vocación real que creo que tengo (hasta hace bien poco vocación frustrada, y ahora en desarrollo).  No me cuesta hacerlo: es como una afición.  Otros coleccionan mariposas, ¿no?
  • NETWORKING. El blog me ha permitido conocer a un puñado de gente interesante estos últimos meses y ha sido un trampolín para conseguir publicar mis dos primeros libros.
  • VAGANCIA. Generar este contenido me adelanta el trabajo de mis clases.  A veces me piden hablar sobre un tema y sólo tengo que rescatar un par de posts y tengo el trabajo hecho.

Esa misma gente (hay personas que hacen muchas preguntas), suelen decirme que por qué soy tan negativo, que sólo doy caña sobre campañas y marcas que no me gustan y a veces no ofrezco soluciones en positivo.

Llevo tiempo pensando en ello y creo que tienen (tenéis) razón.

Como profesor y profesional del Marketing, y ya que escribo en un "medio público" (el mío, otra cosa es los lectores que tenga), me siento en la responsabilidad de debatir el camino adelante.  No basta con decir que la publicidad está muriendo.  Nos corresponde diseñar el nuevo camino a seguir en la era post-publicitaria.

Así que he decidido pensar en positivo y abrir una nueva etapa en el blog.  Esta es la parte cosmética:

  Cabecera no content no brand

Y esta es la reflexión que hay detrás.  Si queréis, mi pequeño manifiesto de andar por esta casa:

  1. Aunque nos interese el Marketing, somos consumidores y tenemos derecho a exigir.  Exigiremos buenos productos, calidad y publicidad no intrusiva.  Si una marca quiere conquistar nuestro corazón, debe hacerlo ofreciéndonos utilidad, no anuncios "creativos".  ¿Creativos para quién?
  2. Utilidad equivale a información trascendente, entretenimiento o incentivos.  Estas tres cosas caen bajo el paraguas de "contenido de marca".
  3. Si la publicidad de tu marca no ofrece información útil, no entretiene y no incentiva, no sirve.  Si sólo sirve para ganar premios en los festivales o para que el resto de la profesión te admire, no sirve.  Si no te ayuda a vender más, no sirve…
  4. Escucha a tu target, desarrolla un territorio de marca propio y aprópiate de él.  Cualquier marca puede hacerlo: sólo tienes que esribir tu propia historia y por supuesto hacerla creíble.  Si tu territorio es relevante al target, tendrás una coartada para crear y divulgar un contenido excitante que contribuirá a ampliar tu base de clientes fieles.
  5. El medio no es el mensaje.  El medio es lo de menos.  En una sociedad multiconectada lo único que quieres conseguir es relevancia, consistencia y que a través de sucesivos contactos, la fidelidad de tus clientes evolucione.  El mensaje es el medio: hazlo relevante y útil.

Cuando tu publicidad sí es útil al target, entonces hablamos de contenidos de marca y dejamos de hablar de anuncios egocéntricos y coñazo.

NO CONTENT = NO BRAND.

Te mando un fuerte abrazo y espero verte por aquí en el futuro.  Lo pasaremos bien.

Javier Regueira.

 

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Recomendación rápida: un Seminario de Marketing Viral (diferente) en el que participo.

MV1_logo

 

 

 

 

 

Organizado por Alvaro Marin, director de Loggicc (empresa de investigación de mercados y Neuromarketing), este Seminario pretende dar respuesta a dos grandes preguntas que nos hacemos todos en el día a día de nuestros trabajos:

  • La viralidad, ¿es puro azar o se puede planificar?  Se hará cargo de esta parte Javier Varela, Director de Toc Toc Media y autor del magnífico blog Orange Market.
  • ¿Cómo podemos crear, estructurar y ofrecer el mejor contenido de marca a nuestros clientes?  Esto corre a cargo de servidor.  Os adelanto de qué hablaré: todo el mundo se queja de que la publicidad está muerta pero casi nadie propone soluciones de futuro para la relación entre marcas y consumidores, intentaré compartir con los asistentes cómo el contenido (información útil y entretenimiento) puede ser la llave para superar el hastío del consumidor respecto a los mensajes de marca.

El seminario se completa con una serie de casos prácticos presentados por Alvaro Marin.

¿En qué es diferente a otros mini-cursos que podrás encontrar en Madrid?

  1. Me parece una ocasión idónea para que responsables de marketing y comunicación de anunciante y creativos y cuentas en agencias de publicidad puedan entender la viralidad desde un punto de vista estratégico
  2. No vamos a centrarnos en enseñar reels de virales ni repasar el éxito de Amo a Laura :), sino apuntar las claves de cómo una marca puede adquirir notoriedad y activar la preferencia de sus clientes a través de la creación de un contenido excelente y su divulgación on line.  Cualquier marca puede hacerlo si se lo propone.

Fecha: 11 febrero 2.011, por la tarde, en la Fundación Alonso Martín Escudero (Avda Brasil, 30 – Madrid).

Aquí tienes más información y cómo apuntarte y  aquí el clip promocional del seminario:

¡Anímate!

 

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Mi segundo libro está listo: ¿o no?

Icono Me he pegado una buena paliza estos días de (supuestas) vacaciones pero creo que ya he terminado.

"Creo" porque, aunque estoy empezando en esto de escribir, la otra vez y esta (es mi segundo libro) tengo la sensación de que no está listo.  De que si lo reviso por enésima vez podré eliminar cosas insustanciales, meter otro ejemplo práctico o resolver alguna inconsistencia.

El perfeccionismo es una enfermedad preocupante que va unido a la exigencia que tenemos sobre nosotros mismos y los demás.  Cuando tienes unas expectativas exageradas sobre los demás y sobre ti mismo actúas como esos monos que cazan en la India de modo incruento.  De la siguiente manera:  les ponen una jaula con un plátano dentro, el mono se aproxima y deslizando la mano entre los barrotes, coge el plátano, pero no puede sacarlo de la jaula porque no cabe entre los barrotes.  Como el mono no quiere soltar el plátano por nada del mundo, los cazadores se acercan y le pillan fácilmente.  Esta historia la he leído en varios libros y da que pensar.  (Al menos a mí 😉

Debe ser verdad que venimos del mono. 

Porque hacemos exactamente eso mismo en nuestras vidas diarias.  La autoexigencia es un plátano que no queremos soltar, simplemente porque llevamos escrito a fuego desde pequeños en la cabeza lo que se supone que debemos ser.  Debemos trabajar más, llegar más lejos, tener la relación perfecta, alcanzar el mayor éxito económico, la admiración de los demás. 

Cuando la realidad es que la perfección no existe.  Y el equilibrio (tu equilibrio) no consiste en correr más para llegar más lejos.  Puedes correr, pero no llegarás a ningún lado, estarás corriendo en un círculo interminable y sin salida.

Tu equilibrio consiste realmente en correr menos, desear menos, frustrarte menos, comerte menos la cabeza.

Pese a que no me aplico mucho el cuento (soy un trabajador que vive en el centro de Madrid, no un monje del Nepal), creo que lo que sí voy a hacer es darle a guardar al documento y asunto arreglado.

Va a ser un enero movidito, con mucha formación, alguna conferencia en ciernes, y un puñado de proyectos prometedores en Pop Up.

Os deseo que os acerquéis lo más posible a la mejor versión de vosotros mismos en 2.011.

Saludos irreverentes.

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Facebook y su información de andar por casa

Fb-infografik-diciembre Buscando unos datos de última hora para el libro que debo de entregar en unos días, me sorprende descubrir que 12 millones de españoles somos usuarios de Facebook.  O lo que es lo mismo, casi uno de cada dos internautas en este país.

A estas alturas, tenemos perfectamente internalizado en nuestras rutinas que Facebook es una herramienta interesante para entretnernos mantiniéndonos en contacto con amigos, recuperando antiguos contactos y compartiendo contenido (fotos, vídeos, noticias…) con todos ellos. 

Facebook es sin duda el mayor bombazo de la historia de Internet, eso ya nadie lo duda:

-500 millones de usuarios en menos de una década es un crecimiento imponente.

-Con un nivel de fidelidad elevadísimo: más de un 70% de los usuarios visitan Facebook a diario.

Pero como sabéis nuestra fidelidad no reporta a los propietarios de Facebook ni un céntimo. 

El modelo de negocio de Facebook, o lo que es lo mismo, la razón de que a que su principal accionista Mark Zuckenberg le lluevan ofertas multimillonarias para vender, tiene que ver con su promesa de rentabilidad a futuro.  La cual depende exclusivamente de los ingresos publicitarios (los Facebook ads que veis a la derecha de la pantalla y en los que, según las estadísticas, hacemos click menos del 1% de las veces).

Ahora me quiero poner en la piel de un anunciante.  Pongamos que tengo una floristería en Madrid y quiero poner un anuncio cachondo en Facebook ads los días previos a San Valentín, con un obsequio especial dirigido a parejas jóvenes.  Entro en la sección de Facebook ads y defino Madrid como ámbito de mi campaña (como sólo puedo entregar mis flores en el ámbito de la Comunidad de Madrid, no me interesa inviertir en usuarios que residan fuera de la capital).  Subo una foto, escojo unos textos, la campaña se pone en marcha y pagaré por cada usuario de Facebook que vea o que haga click en mi anuncio (esto lo decido yo, obviamente el precio no es el mismo).

Mi floristería (según los datos que puedes ver a la izquierda), se encontrará supuestamente con un universo de 9,1 millones de madrileños declarados (ese 76% de la población de Facebook España). 

Lo curioso del caso es que en la Comunidad de Madrid (universo Esperanza Aguirre, no universo Gallardón), residen sólo 6,4 millones de personas. ¿Qué explicación encontráis a que haya más madrileños en Facebook Madrid que en Madrid?  ¿Salimos de nuestro cuerpo para trasladarnos a vivir a otro sitio cuando estamos en la red? ¿Nos duplicamos los residentes en Madrid cuando accedemos a Facebook?, ¿será consecuencia del estrés de la capital?

Coñas a parte, la respuesta es muy evidente: la gente contesta lo primero que se le ocurre (o deja lo que sale por defecto en el cuestionario de cualificación) con tal de entrar en Facebook a divertirse lo antes posible.  Por tanto, debemos asumir que si ese dato está mal, el resto de la información que ves a la izquierda tiene todas las posibilidades de estarlo también.

Por tanto mi pequeña floristería se expone a pagar por unas impresiones o clicks que no se corresponden al target en el que estoy interesado.  En otras palabras, invierte sus euros, y éstos van a parar a un agujero negro cuyo extremo termina quién sabe, en Barbate, en La Coruña, en Lepe… o fuera de España.

Y eso sí que es grave.

Se supone que la relación entre un medio y  sus anunciantes se basa en la fiabilidad de aquél para trasladar el mensaje eficazmente al número de individuos que promete.  Esta es la razón por la que los anunciantes no confían en los medios que no presentan OJD (no justifican su tirada/difusión), y la razón por la que las emisoras de radio y los periódicos se pelean  entre ellos como niños pequeños cuando salen los datos de EGM que miden sus audiencias.  Se ponen nerviososo porque si sus EGM´s pintan mal, los anunciantes se batirán en retirada.

El hecho de que Facebook España publique en abierto una barbaridad de este tipo, que les expone a perder toda su credibilidad a ojos de los anunciantes (las empresas más grandes y los negocios más pequeños, como nuestra floristería) me parece una constatación de que Facebook, tanto a nivel de captación de información como de gestión de la misma, está todavía en pañales. 

Me suena a que su constante espiral de éxito les impide prestar atención a aspectos tan críticos para su negocio como cultivar la relación con sus clientes, que no son los usuarios de la red, sino sus anunciantes.

Yo en su lugar comenzaría por no publicar estos datos en abierto hasta que no estén debidamente depurados, y abordaría esto último haciendo una campaña de cualificación (ofreciendo por ejemplo a los usuarios algún tipo de obsequio a cambio de su colaboración).  Afortunadamente, la era long tail permite hacer pequeños regalos digitales a bajo coste.

Al menos servidor no volverá a recomendar una campaña de Facebook ads a una marca circunscrita a una sola ciudad o comunidad autónoma.  A menos que alguien me convenza de que estos datos sí son fiable.  Que ya lo dudo.

Saludos irreverentes.